viernes, 29 de noviembre de 2013

La muerte y la Astrología . Por Javier Morene









LA MUERTE Y LA ASTROLOGÍA


    Estas reflexiones vienen a propósito de casos concretos que últimamente se me han venido presentando.  Aún en nuestra sociedad la muerte, que va de la mano con la vida en este mundo de la polaridad, sigue siendo tabú.  Así que se vuelve difícil hablar de ella.  Y quizá por eso mismo hay tanto aún para decir al respecto.  Es un tema nunca cerrado y abierto a  la vez, como el amor, porque hay tantos matices y tantos niveles evolutivos en las viviencias personales como seres humanos hay.  Mas dentro de esta universalidad hay lineamientos generalizadores que vienen al caso comentar acá.
    Ante todo la carta natal es el mapa de inicio de un ciclo, el de la vida personal con todos sus avatares intermedios.  Y como todo ciclo tiene un fin.  La muerte.  Así que de alguna manera esto también está escrito en la carta natal, el cuándo ese ciclo termina.  Acá está influyendo ya el factor individual.  Hay cartas que tienen nítidamente marcado la posibilidad de una vida corta, mediana, promedio, o longevidad.  Hay otras cartas donde el tema parece no ser tan relevante y hay que hilar más fino para determinar el momento.  También hay cartas más libres (por decirlo de alguna manera), donde a la largo de la vida más de una vez se le enfrenta al nativo a la posibilidad de morir, pero va en la actitud personal el cómo resuelve ese nudo gordiano y elige o decide (en algún nivel de su conciencia) morir o seguir viviendo.  Pero ese momento inexorablemente antes o después llega, de alguna manera y, sin ninguna duda, para todos.  En eso todos somos iguales, la muerte es la mejor socialista.
    También en la carta natal aparece el tipo de muerte, el tipo de situación o enfermedad que determinarán el último aliento, y hasta las circunstancias inmediatamente precedentes o que la rodean.  Cosa que se puede comprobar una y otra vez con las cartas de personas ya fallecidas.
    Ya que estamos en el tema vale hablar de cómo ha cambiado en la historia la expectativa promedio de vida,.  Hace unos siglos la vida  promedio de vida rondaba los 40 años.  Hoy ronda los 80.  O sea que antes era mucho más fácil morirse que ahora.  Y para el astrólogo también era mucho más fácil determinar ese momento, ya que una constelación más o menos difícil que comprometiera la parte física podía ser mortal.  Porque simplemente no había los recursos médicos que ahora hay.  A tal punto que muchos veces hoy es más difícil morirse que seguir vivo (basta ver los casos de los asistidos con respiradores artificiales u otras tecnologías semejarntes).  Pero de todas maneras la muerte llega.


    Y llega también al consultorio del astrólogo.  Directamente.  Con esto quiero decir que no es por la consulta de la (eventual)  muerte de padre, madre, hermano, hijo o quien sea, sino la muerte del mismo consultante.
    Antes de seguir adelante, y para que quede bien claro, a pesar de lo contundente que pueda ser en lo que escribo, el astrólogo, por mucho que sepa, no es Dios.  El astrólogo puede saber de las tendencias y el transcurrir natural de las cosas, muerte incluida, si nada se altera.  Pero  Dios puede en cualquier momento y sin nosotros saber, hacer su intervención y determinar otra cosa a lo que las tendencias celestes en principio indicaban.  Y con esto no me lavo las manos antes eventuales fallos en las predicciones (dando por sentado que están hechas por profesionales competentes) sino que asumo mi lugar acotado y humano y no hago más que “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
    Por eso es un tema muy delicado para el astrólogo el tratar la muerte del propio consultante.  Por dos motivos principalmente.  El primero, arriba dicho, es que por más cocimiento y certeza tenga el astrólogo de que morirá en tal fecha, Dios puede decidir otra cosa.  El astrólogo falla, y el consultante sufrió un buen conflicto primero y desilusión (con el astrólogo) después.  El segundo, y no menos importante, es porque puede crearle al consultante lo que se llama el “conflicto de diagnóstico” o la “profecía autocumplida”, de lo cual lamentablemente he sido testigo varias veces (generado por colegas que me abstengo de calificar u otros predictores), y afortunadamente en algún caso pude romper ese “maleficio”.
    Es nefasto cuado alguien joven, en sus veintipico digamos, acude alguien que le lee el futuro (cartas, lectura de manos, lectura del café, otras mancias, astrología, etc) y entre todas las cosas que le dicen de viajes, matrimonios, amores, hijos, trabajo, padres, dinero, salud y muerte... como quien no quiere la cosa le largan porque posiblemente te mueras (parafraseando) a los 47, los 55 u otra cifra exacta.  Se den o no se den las otras cosas, eso queda grabado a fuego en el conciente a veces, y en el inconciente siempre de la persona, y se convierte en una sentencia de muerte.  Aún para quien al principio lo toma como que todo fue una diversión, no lo toma en serio, dice que no acertó nada, no obstante con el paso de los años, ese mensaje aparece de una u otra forma y tiene su efecto.
    A veces literalmente mortal.  Otra veces llega a generar en la fecha indicada una grave enfermedad, que por suerte luego superan.  Y otras veces antes de esa fecha han venido a consultarme acerca de esa posibilidad, y aplicando la astrología científicamente han podido romper ese conflicto de diagnóstico, que pierda toda la fuerza que en su cerebro tenía esa programación, y seguir su vida tranquilos y seguros, y por supuesto muerte ni enfermedad aconteció cuando la fecha fatídica se hizo presente.


    Pero voy al caso de quien me consulta con regularidad, tanto por venir varias veces al año, como de aquellos que año tras año, y llegan a décadas, vienen por su pronóstico anual.  Con el tiempo se empiezan a atender los hijos de estos mismos consultantes, vista la experiencia habida con los padres.  Pero no vayamos por las ramas...
    Como a todos, asimismo a algunos de ellos también les viene llegando el tiempo de morir.  Y digo algunos porque yo también a su debido tiempo voy a morir, así que muchos bien pueden morir después que yo.  En estos casos se me han presentado dos situaciones; llamémosla a una por defecto o pasiva y activa la otra.  La primera es cuando la persona ha venido muchas veces, años seguidos, a veces muchos, una vida metafóricamente hablando, y llegado el nuevo año personal no vienen. No es por  insatisfacción con el trabajo astrológico, diversas variables se cruzan resultando en que no viene ese año.  Se pierde el contacto conmigo.  Al cabo del tiempo, puede ser dentro del año o un tiempo más adelante, me entero que la persona en cuestión murió.  Es como si algo intuitivo o superior guiara para que el tema de la muerte no se tuviera que tocar ni de cerca.  No precisaba o no quería su ser superior ningún aviso para seguir libremente su propio programa de vida y muerte.
    Alerta, no quiero decir tampoco que toda persona que deja de consultarme luego muere! ni de cerca quiero decir eso.  De hecho hay muchas personas que han venido asiduamente durante años, pero luego cumpliendo de alguna manera un ciclo, es como que ya no precisan más la guía astrológica, su intuición natural los lleva en adelante sabiamente por la vida.  Algunos reaparecen luego ante alguna situación coyuntural que requieren el apoyo extra de lo astrológico, durante un lapso, y luego siguen solos nuevamente.
    Pero volvamos al tema, que es el de la muerte del consultante y el astrólogo.  Ahora en lo que llamo la situación activa, que es cuando quien consulta, tiene una carta anual (y las otras técnicas acompañantes, progresiones, tránsitos, eclipses, profecciones, etc) donde se muestra clara y fuertemente la posibilidad de muerte.  Una situación verdaderamente difícil y muy delicada para el astrólogo.  Porque si la persona consulta es porque quiere saber, está pagando por ello, el astrólogo le debe dar alguna información veraz, la casualidad jamás existe.  Pero tampoco el astrólogo le puede decir que en ese año se va a morir, porque decir eso es crear un pesado conflicto de diagnóstico y una sentencia de muerte, responsabilidad del astrólogo, o del profesional que diga semejante cosa.  Por otro lado está la Voluntad de Dios, que por muy negro que parezca el cielo astrológico puede en cualquier momento hacer de esas configuraciones otras cosas muy distintas.  Eso sí, siempre dentro del amplio abanico de posibilidades que presentan los significadores.


    Eso es porque si bien uno de los sentidos a considerar de todos los significadores (planetas, casas, configuraciones, retornos, etc) es muerte, también reúnen otra cantidad de significados como ser crisis, profundos replanteos, cambios radicales, fines o terminaciones, pérdida significativa de algún tipo, gastos importantes, cuestiones financieras relacionadas con terceros, jubilaciones, pensiones, herencias, muertes de terceros que le pueden afectar mucho, o inclusive situaciones energéticas, parasicológicas, o mágicas muy marcadas, todo lo que tiene que ver con lo invisible, el más allá, lo esotérico, el inconciente; transformaciones, metamorfosis, mutación (en los más amplios sentidos de esas palabras) y hasta la sexualidad, los viajes largos, y las orientaciones y vivencias filosóficas o espirituales.  Así que vaya abanico de temas por los que transitar la interpretación, y quizá quede algún otro matiz en el tintero de todo eso “octávico” o que uno encierra unívocamente en muerte..
    Concluyendo, el astrólogo jamás (por más seguro que esté, por más unívoco que los indicadores astrológicos sean), repito, jamás debe decirle al propio consultante que “ahora” o en cualquier otra fecha concreta se va a morir, por todo lo antes expuesto.  Lo más que puede hacer es decir que está la posibilidad de un situación seria, delicada o comprometida o similar en la parte física, que la vitalidad está en baja, que no está en su mejor momento en la salud pero que puede superarlo, que esté atento, se cuide, prevenga en la medida de lo posible, consulte médicos al menor indicio de enfermedad, que siga atentamente los tratamientos o mensajes similares.  Y derivar la interpretación de los mismos significadores “mortales” hacia las otras temáticas analógicas.  Que muy bien podría ser que las energías y eventos transcurran por ahí y no por el único y excluyente sentido de muerte.  Hay que abrir el abanico de posibilidades y asegurarse que le quede bien claro eso al consultante.
    Todo lo precedente es del conocimiento esotérico (interior, para  los iniciados) más tradicional, pero estamos dando pasaos acelerados hacia una nueva era y esos saberes ancestrales se van liberando, pasan a ser exotéricos, a disposición de todos.  Ahora sí “el que tenga ojos para ver que vea, y quien tenga oidos para oír que oiga”.
    Por último, si por esas vueltas de la vida se encuentra que su astrólogo/a le advierte de ciertos probables problemas de cuidado o delicados de salud en determinado período concreto de tiempo, primero que nada no se asuste.  Simplemente le está diciendo que la trascendencia puede tocar su puerta, dependene su actitud cómo la encare, y además que otros muy diversos temas pueden estar en el tablero dando lugar a hechos concretos diversos que también conforman la vida, y nada de propia muerte habrá.  Si bien esté atento, abra el espectro mental a las otras posibilidades de asuntos que igualmente son posibles.
    Nunca olvide:  sobre todo en este tema, “los astros inclinan, no obligan”.  Y la última palabara la tiene Dios.  Ningún astrólogo (o predictor con la herramienta que sea de su uso) es Dios.


    Diría que la única excepción que se puede hacer en el tema de la muerte es cuando se trata de un personaje público, con el cual el astrólogo no tiene relaación personal alguna.  Además de que lo más probable sea que sobre el tal personaje llueven predicciones de todos lados y vaya a saber si siquiera se entera, o no le interesa, o las desvaloriza totalmente sin conflictuarle, porque son necesariamente personas de “piel muy dura”, si no no estarían donde están.  Pero esto en sí es otro tema que da para más en otro escrito.
    Y hay un par de excepciones más sobre el decir al consultante el tema de la fecha de la muerte, pero por ahora me dicen que lo deje en lo esotérico.  Son situaciones muy infrecuentes y no tiene sentido exponerlas aquí ni ahora.
    Todas estas reflexiones sirven de buen complemento a la carta horaria planteada en “cómo me irá en la salud?” planteada por fernando, la respuesta dada y los hechos resultantes.
    Y sigamos adelante, viviendo!



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