viernes, 28 de noviembre de 2014

El final de la Astrología en las universidades. Por Luís Miguel Vicente García







El Final de la Astrología en las Universidades
 
 
 
Es Torres Villarroel seriamente consciente, a pesar de su constante sentido del humor, de que estaba a punto de extinguirse con los comienzos de Neoclasicismo en el siglo XVIII una ciencia milenaria como la Astrología, y que su extinción no se debía a que no pudiera ajustarse a las exigencias de un método científico sino a la estrechez de visión que imponían las nuevas modas, supuestamente científicas, que perdían la visión holística de la ciencia astrológica, su capacidad para comprender la interrelación entre el Macrocosmos y el Microcosmos, aunque esa interrelación hubiera sido la base secular también de la física aristotélica, así como de la metafísica platónica, y por supuesto, de la medicina astrológica. Nadie como Villarroel se dio cuenta de que la visión desde el criterio positivista radical enterraba por ignorancia un legado también sufragado por la experiencia y observaciones milenarias.
Jung alertó mucho después contra ese reduccionismo de la ciencia positivista moderna y reaccionó articulando científicamente los arquetipos que contenía el Subconciente Colectivo, reivindicando las claves que para comprenderlo estaban en antiguas ciencias como la Astrología, cuyos arquetipos pueden estudiarse, observarse y comprenderse. Una sencilla estadística para comprobar que la química de los cuatro elementos funciona y que las personas se agrupan más fácilmente y con más frecuencia con las que comparten su mismo elemento (triángulos de Tierra, Agua, Aire y Fuego) demostraron para él que los arquetipos astrológicos no son entes arbitrários sino observables y contrastables en la experiencia. Y de igual modo el resto de arquetipos astrológicos pueden observarse y experimentarse, aunque se requiere dedicación, estudio y seriedad. A pesar de ello, la ciencia actual es heredera del Racionalismo que consagra el siglo XVIII y para ella, no hay conexión demostrada entre los astros y el ser humano. Un axioma éste que le parecía tan aberrante a Torres Villarroel que toda su literatura denuncia una y otra vez ese nuevo punto de partida como falso, pues la conexión entre los astros y el ser humano ha estado en la base de todas las ciencias desde la antigüedad: “Es cierto- respondí yo- que entre las ciencias todas hay una afinidad y concatenación en que precisamente están eslabonadas.” Y adopta el tono humorístico para poder tratar de una materia como la Astrología de la que ya no se puede hablar en serio en foros académicos y oficiales y que ha quedado relegada a la confección de almanaques, porque después de todo el deseo de la gente de conocer el futuro sobrevive a cualquier crítica. El mismo se va ganar la fama y la vida como autor fundamentalmente de esos calendarios, escribiéndolos en un registro literario de reminiscencias barrocas que le atrae las críticas de otros autores de almanaques más técnicos, los cuales le reprochan que mezcle Astrología y Literatura. En la primera carta de su libro Correo del otro mundo,la del astrólogo gran Piscator Sarrabal de Milán al gran Piscator de Salamanca (así se conocía a Villarroel como astrólogo) el primero le reprocha al segundo que haya vulgarizado la Astrología mezclándola con la literatura: “es matéria vergonzosa revolver astrólogos con poetas como si fuéramos todos uno” Consciente de que la Astrología há desaparecido de todo estudio oficial serio justifica el trasladarla al registro literario: “Si su facultad (la de Astrología) está en los últimos calabozos del desprecio, si los papeles que hablan de sola su profesión los arrinconan, ¿por qué han de poner (los astrólogos) al publico obras que desprecie nuestra ignorancia? ¿Por qué han de gastar caudales en sus impresiones? ¿Y por qué han de perder el tiempo?” (Prólogo de Torres al Viaje fantástico).
 
 
Torres es consciente de que la única Astrología que interesa ya no es ni sombra de la ciencia maravillosa del pasado sino su vulgarización absoluta para satisfacer la curiosidad de ignorantes:
Yo bien sé – les volví a decir – que vuestras mercedes son hombres que tienen negócios por aquellos países, y quizá sus corresponsales les habrán escrito que se ha de morir medio mundo en este eclipse, y curiosos vienen a saber cómo miento yo, para cotejar después juicios. Es así, respondieron todos. Pues con el alma y la vida – dije yo – explicaré a vuestra merced lo poco que yo puedo haber observado, y lo que hubiere leído en tal cual librillo, que por roto, quizá se escapó de las espicierías.
Lo cierto es que su faceta literaria está indisolublemente unida a su faceta astrológica y ésta es tan medular en su obra literaria que nada puede entenderse de ella sin atender al gran astrólogo que la crea. Pues gran parte de su obra es en primer lugar toda una teoría del conocimiento contracorriente en su época pero de raíces hundidas en toda la tradición hermética, atravesando e interpretando correctamente a Platón, Aristóteles, o Hipócrates en un intento lúcido de alertar contra la ignorancia y el peligro de hacer borrón y cuenta nueva sobre los conocimientos milenários de la Astrología.
En el apartado cultural de El País del 19 de marzo del 2008 titula una breve reseña José Andrés Rojo sobre el libro del filósofo y psicólogo Richard Tarnas, Cosmos y psique: “Hay una íntima conexión entre las cosas de los hombres y los planetas”. Bueno es que desde la Filosofía y Psicología académicas contemporáneas se repare en la validez e importancia de los conocimientos astrológicos. Eso mismo reivindicaba Torres Villarroel, cuando la Universidad daba la espalda definitivamente a la Astrología; o Tarnas en nuestros días cuando la mirada positivista empieza a no ser suficiente para filósofos y psicólogos. Demetrio Santos también llegó a la Astrología desde la Psicología, aunque luego la fundamentara con su gran formación de físico y matemático también. Y su grandiosa obra Investigaciones sobre Astrología cumple con creces con la aspiración de comprender racionalmente la Astrología y demostrar la conexión con otras disciplinas como la psicología, la sociología, la historia, y por supuesto con la física y las matemáticas. Creo que la Universidad no tardará en reconocer la magnitud de esa aportación española que Vicente Cassanya lleva tantos años difundiendo y reconociendo con la creación, entre otras cosas, del “Premio Demetrio Santos” de investigación astrológica.
¿Cómo podría sonar nuevo ahora que se reivindique la estrecha conexión entre los astros y el hombre? Villarroel lo sabía en los momentos más críticos para la existencia de la Astrología y lo sintetiza el título de una de sus obras que puede leerse en la biblioteca feijoniana a través de Internet: Entierro del Jucicio Final y vivificación de la Astrología, herida con tres llagas, en lo Natural, Moral y Político; curada com tres Parches. Parche primero: la Astrología es buena, y cierta en lo Natural. Parche segundo: la Astrología es verdadera, y segura en lo Moral. Parche tercero: La Astrología es útil, y provechosa en lo Político.
Es por ese entierro que anunciaba impotente pero con ironía Villarroel frente a la arrogancia de los novatores por lo que el hilo que engarzaba a la Astrología con las demás ciencias y humanidades se ha roto, o mejor dicho, se ha vuelto invisible por desatención y desconocimiento, aunque era tan evidente para nuestros grandes escritores y pensadores.
 
Obras Citadas
 CERVANTES, M. de, Los trabajos de Persiles y Segismunda. Edición y estudio de Avalle-Arce. Madrid, Castalia, 2001.
Corpus Hermeticum y Asclepio, Edición de Brian P. Copenhaver. Madrid, Siruela, 2000. Traducción Jaume Pòrtulas y Cristina Serna del original: Hermetica. De greek Corpus Hermeticum and the Latin Asclepios in a new English translation, with notes and introduction. Cambridge Univesity Press, 1992.
ERASMO DE ROTTERDAM, Elogio de la locura o Encomio de la Estulticia. Introducción de José Antonio Marina. Edición de Pedro Voltes. Madrid, Austral, colección Ciencias y Humanidades, 2007, 15ª ed (primera ed., 1953).
FICINO, M., De amore. Comentarioa «El Banquete» de Platón. Traducción y estudio preliminar de Rocío de la Villa Ardura. Madrid, Tecnos, 1986, reimpresión 2001.
GARÍN, Eugenio, El zodiaco de la vida. Barcelona, Península, 1981.
ID., La revolución cultural del Renacimiento. Prólogo de Miguel Ángel Granada, traducción de Domenec Bergada. Barcelona, Crítica, 1981.
HEBREO, León, Diálogos de amor. Buenos Aires, Austral, 1947.
LAO TSE, Tao Te Ching. Barcelona, RBA, 1998.
LOPE DE VEGA, La Dorotea. Ed., José Manuel Blecua. Madrid, Cátedra, 1996.
MORRÁS, María (Ed.), Manifiestos del Humanismo. Petrarca, Bruni, Valla, Picco della Mirandola, Alberti. Barcelona, Península, 2000.
SANTOS, Demetrio, Investigaciones sobre astrología. Madrid, Ciclos del Cosmos, 1999 (Facsímil de la edición de Editora Nacional, 1978) 2 vols. (Obra ésta monumental: compendio de ciencia, humanismo y astrología, como su autor: matemático, físico nuclear, psicólogo, astrólogo…)
ID (ed.), Tetrabiblos. Trad. Demetrio Santos. Madrid, Barath, 1987, 2ª ed.
TARNAS, Richard, Cosmos y psique. Gerona, Atalanta, 2006.
VERDÚ, F. T., Miguel Servet. Astrología, hermetismo, medicina. UE, Erasmus Ediciones, 2008. (Una síntesis de la polémica entorno a la astrología en el Quinientos puede verse en esta obra del Dr. Verdú, a propósito de los defensores de la astrología como Miguel Servet, cuya Apologetica disceptatio pro astrología (Disertación apologética a favor de la astrología) ofrece Verdú en castellano dentro de su trabajo.
VICENTE GARCÍA, Luis M., Estrellas y astrólogos en la literatura medieval española. Madrid, Ediciones del Laberinto (Colección Arcadia de las Letras), 2006.
La Parte octava del Libro conplido en los juyzios de las estrellas, edición incluida en la tesis doctoral de Luis M. VICENTE GARCÍA, La astrología en el cristianismo y en la literatura medieval castellana. Edición de la octava parte inédita del Libro conplido en los juyzios de las estrellas, University Microfilms INC, Ann Arbor Michigan, 1990.
ID., «La astrología cristianizada en la poesía de Fray Luis de León», Revista Agustiniana, XLVIII, nº 146 (mayo-agosto, 2007), pp. 307-332.
ID., «La Venus Urania de Garcilaso frente a la Venus Pandemo de Aldana y de otros petrarquistas españoles », Edad de Oro, XXVI (2007), pp. 315-344.
ID., «La estructura del Persiles y su contenido astrológico y simbólico», en Tradition and Innovation. Early Modern Spanish Studies in Memory of Carroll B. Johnson. Ed. Sherry Velasco, Newark, Juan de la Cuesta, 2008, pp. 313-345.
ID., «Leer en el cielo: astrólogos literarios de Imperial a Cervantes», Edad de OroXXVII (2008), pp. 365-409.
ID., «Lope y la polémica sobre astrología en el Seiscientos», Anuario Lope de Vega, 15, 2009, pp. 219-243.
ID., «Cosmos y Psique. Indicios para una nueva visión del mundo de Richard Tarnas», SPICA, Boletín Informativo de la Sociedad Española de Astrología (SEA),nº 12 (marzo de 2009), pp. 31-37.
YATES, Frances, Ensayos reunidos, I Lulio y Bruno, Traducción de Tomás Segovia. México, Fondo de Cultura Económica, 1990, 1ª reim. 1996 (1ª ed., en inglés, 1982).
YNDURÁIN, Domingo, Humanismo y Renacimiento en España, Madrid, Cátedra, 1994.
 
 
http://espacoastrologico.org/el-engarce-de-la-astrologia-en-el-pensamiento-medieval-y-humanista-el-hilo-cortado/ 
 
 
 

jueves, 27 de noviembre de 2014

Sobre la superstición.







 

Superstición

 

Superstición es la creencia contraria a la razón que atribuye una explicación mágica a la generación de los fenómenos, procesos y sus relaciones. Aunque se trata siempre de creencias sin ningún tipo de evidencia científica, el concepto no siempre engloba todo lo que no es científico. Algunas definiciones del término excluyen, por ejemplo, a las creencias de la fe religiosa, las cuales no son científicamente probables, pero según esta delimitación del concepto, tampoco constituyen supersticiones. La denominación se aplica también en sentido peyorativo a formas de creencias, prácticas y rituales religiosos que no corresponden a las opiniones y convicciones propias. En el sentido coloquial general se utiliza de manera equivalente a los conceptos de irracional o no científico. En los contextos culturales en que dominan las religiones abrahámicas el término «supersticioso» se utiliza entre simpatizantes para significar una carencia de formación teológica, pero también como demérito de las creencias populares o de orientación ocultista. Por otra parte, los críticos de la religión utilizan el concepto en su connotación negativa para englobar a todas las concepciones de fe y a las religiones. Debido a que el concepto se define desde distintas cosmovisiones y sistemas de creencias, los contenidos estarán determinados por la posición científica o religiosa de quien los presente.



La superstición y el método científico

 

Las supersticiones, no fundamentadas o asentadas de manera no común en el ser humano, pueden estar basadas en tradiciones populares, normalmente relacionadas con el pensamiento mágico. Las personas supersticiosas piensan que ciertas acciones (voluntarias o no) tales como rezos, ensalmos, conjuros, hechizos, maldiciones u otros rituales, influyen de manera trascendental en su vida.
Son también consideradas supersticiones aquellas disciplinas que la comunidad científica llama pseudociencias, tales como:
Lo que distingue a las supersticiones de la ciencia o el conocimiento racional es el establecimiento de relaciones causales entre acontecimientos y fuerzas supranormales, tales como:
Esta manera de proceder a un resultado es contraria a la razón científica y al método científico, que analiza las relaciones desde las causas inmediatas e intentan descubrir las leyes naturales que rigen los fenómenos, mecanismos o procesos (o, en caso de no encontrar relaciones causa-efecto, explican los fenómenos a través de correlaciones, es decir, a través de la frecuencia en la que dos eventos se presentan simultáneamente).
Es importante mencionar que algunas de las pseudociencias dieron paso al nacimiento de ciencias gracias al pensamiento moderno en la ciencia. Es el caso de la astrología de la que surgió la astronomía, de la alquimia surgió la química, etc.
En el pensamiento mágico y la magia se considera posible producir resultados que a la razón resultan contrarios a las leyes naturales conocidas valiéndose de ciertos rituales, en los que intervienen entes considerados en dicha creencia.

La superstición y la psicología

 

En psicología, el término se asocia en sentido estricto a «conducta superticiosa», concepto derivado que utilizó por primera vez Skinner en 1948 en el contexto de su descripción del paradigma del condicionamiento operante. Se refiere al fenómeno de que las conductas que son reforzadas de manera casual se desarrollan tal como si existiera una relación real entre el reforzador y la emisión de la conducta. En experimentos con palomas observó que cualquier conducta emitida de manera completamente casual por las aves justo antes de recibir alimento (por ejemplo caminar en círculos, levantar o agachar la cabeza, extender la alas) resultaba reforzada por la recepción temporalmente cercana de alimentos y las aves se comportaban repetidamente de este modo, como si «creyesen» que a través de esa conducta pudieran «producir» la obtención de alimentos. Skinner veía aquí una clara analogía con la conducta supersticiosa de los seres humanos. Esta idea de Skinner fue criticada posteriormente señalando su falta de consitencia interna con el cuerpo teórico del condicionamiento (Frankel, 1971). Otros experimentos posteriores lograron demostrar que muchos de esos tipos de conducta que Skinner había atribuido al reforzamiento supersticioso ocurrían no antes, sino después de recibir el alimento, lo que llevó a Michael Mahoney a realizar el siguiente comentario:
«Con frecuencia, nuestra conducta como experimentadores parece ser más supersticiosa que la de los objetos de experimentación.»
Mahoney, M. Kognitive Verhaltenstherapie [«Terapia conductual cognitiva»], Múnich, 1977
En un sentido más amplio, la superstición sería para la psicología el resultado de una manera prejuiciosa de procesar la información. Un prejuicio cognitivo (del inglés cognitive bias, «predisposiciones cognitivas» o «sesgo cognitivo», en español), es una distorsión cognitiva en el modo en que los humanos perciben la realidad. Algunos de estos procesos han sido verificados empíricamente en el campo de la psicología, otros se consideran simplemente como categorías generales de prejuicios.
Aunque en la historia de la humanidad se aprecia un proceso general de decaimiento de las supersticiones, este proceso no es lineal, como lo demuestra el auge actual de la quiromancia y los exorcismos en Italia y Europa.
Para el individuo supersticioso, la superstición puede cumplir un papel estabilizador para la psiquis, por medio de los mecanismos de defensa. En este contexto, los actos apotropaicos, como decir «¡Jesús!» tras un estornudo para rechazar la mala suerte, tocar madera, cruzar los dedos o santiguarse, pueden ser percibidos con una funcionalidad curativa.
Otro aspecto importante estudiado por la psicología clínica y que se relaciona con las supersticiones es el estudio del llamado pensamiento mágico, como estilo de pensamiento característico de ciertas patologías psíquicas, tales como el trastorno obsesivo-compulsivo y la esquizofrenia, entre otros. La psicología social, por su parte, ha abordado el estudio de la religión como sistema de creencias, estudiando su equivalencia o relación con la supertición.

Prejuicios cognitivos

 

El pensamiento mágico base de la superstición, es una forma de pensar y razonar que genera opiniones carentes de fundamentación lógica robusta o estricta. Creencias carentes de lógica. Mirandolo de forma científica suele estar basado en percepciones psíquicas subjetivas del individuo/colectivo, pudiendo haber sido condicionado por otras personas que haya conocido o aceptando de algún modo las teorías de dichos individuos con esas creencias.
En psiquiatría, varias enfermedades mentales y trastornos de personalidad se caracterizan por diversos grados de pensamiento mágico. Se utiliza el método científico para remarcar lo endeble y arbitrario de las convicciones basadas en lo sobrenatural.
Bruce Hood, profesor de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Bristol, llevó a cabo un experimento para demostrar la inutilidad de los esfuerzos por combatir las creencias irracionales, ya que sostiene que el cerebro humano tiende a funcionar de manera supersticiosa. Para demostrar su teoría, el profesor Hood les preguntó a los miembros del público de un festival de ciencias, si estaban dispuestos a probarse una chaqueta azul a cambio de una gratificación de 10 libras esterlinas. Después de que no pocos voluntarios levantasen la mano, dijo entonces que la chaqueta había pertenecido a Fred West, un asesino múltiple. Al oír esto, la mayoría de los voluntarios bajaron la mano como acto apotropaico o de defensa o rechazo del agüero. En realidad, la chaqueta no había pertenecido a Fred West. El experimento demostró que esta suposición hacía sentirse incómodas a personas que se consideraban escépticas (ya que asisten a un festival de ciencias).
Escrúpulos similares y creencias comparables, explican, por ejemplo, por qué pocas personas estarían dispuestas a cambiar su anillo de boda por una réplica idéntica. Según el profesor Hood, La diferencia entre conceder «importancia sentimental» a los objetos y creer en la religión, la magia o lo paranormal, es solo de grado.
Según Hood, debido a que los humanos obramos intuitivamente, instar a las personas a abandonar su sistema de creencias, no tiene éxito, porque ese componente actúa a un nivel tan fundamental, que ninguna cantidad de evidencias "racionales" puede erradicarlo, de igual modo que no podemos erradicar un instinto.

Religión y superstición

 

Generalmente, la mayoría de las religiones poseen rituales, ceremonias o ensalmos que ponen a los sujetos en relación con las fuerzas espirituales, determinando que las personas no pertenecientes a esa religión pueden considerar estos actos como supersticiones.
La diferencia entre superstición y fe religiosa estriba, en primer lugar, en la manera de comprender globalmente la realidad. En la superstición, la fuerza supranatural que actúa es arbitraria y disgregada de las demás, mientras que una religión tiene un sistema teológico y filosófico organizado que afirma la existencia de un ser (o varios) o una causalidad superior general, que actúa(n) en el todo. En segundo lugar, de cada religión se deriva, además de la espiritualidad, una moral, mientras que en numerosas supersticiones sólo se condiciona la actuación del individuo hacia la adquisición o pérdida de la suerte o la desgracia. Y en tercer lugar, en muchas religiones, como el cristianismo, no se encuentra contradicción entre la racionalidad, que examina las causas inmediatas, y la creencia religiosa, con la consecuente coexistencia de ambas actitudes.
Pese a que la definición de superstición incluye "fuerzas arbitrarias" y afirmaciones no probables por la ciencia o el pensamiento empírico, el cristianismo considera la superstición (ajena a su propio dogma) como contraria al primer mandamiento.
Según el diccionario de la Real Academia Española, la superstición es una ‘creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón’.
La superstición no tiene por objeto el conocimiento de la realidad científica que yace tras dicha creencia, se da por supuesto su veracidad. Su objeto es mantenerse alerta en las situaciones diarias para evitar o incidir en las acciones que conducen de modo oportuno a la base de la creencia. La religión tiene por objeto de un modo básico, adquirir la gracia del ente o entes objeto de adoración a base de cumplir los mandamientos (véase ascética) y rechazar las prohibiciones que dicta su credo.



La inofensiva culebra bastarda.
Algunas religiones y cosmovisiones esotéricas herméticas han considerado los estados de conciencia alterados como una prueba de la existencia de sus creencias. Su conocimiento parte de premisas y fuentes totalmente diferentes a las de la ciencia, la técnica y la filosofía científicas (de nuestro tiempo). Sería fruto del desarrollo de capacidades en el individuo que trascenderían los límites de la percepción sensorial normal. Mediante técnicas: meditativas, autosugestión, privación del sueño, ayuno, deshidratación, drogas, intoxicaciones... los sujetos aseguran experimentar la realidad más allá del umbral de la normalidad al percibirla, lo cual definen como otro nivel diferente y subjetivo.

Orígenes del concepto "superstición"

 

La etimología del término «superstición» corresponde al verbo latino super-stare (‘permanecer sobre’, que para los romanos tenía el sentido figurado de «ser testigo» o «sobrevivir»). De acuerdo con Cicerón, y después Isidoro de Sevilla, la idea de trascender y perpetuarse a través de la realización constante de rituales subyacía en el uso de esta palabra. Y más concretamente al deseo de no ver morir a la propia descendencia:
Se llama supersticiosos a quienes rezan u ofrecen sacrificios todos los días para que sus hijos les sobrevivan
Cicerón: De natura deorum (II, 72)
Por otra parte, en la antigua Roma los adivinos eran calificados frecuentemente como superstitiosus, lo que de por sí no habría constituido una valoración necesariamente peyorativa. Pero a veces sí se dio un sentido desfavorable a la palabra y las acciones que designaba, entendidas como una manifestación exagerada, y por tanto superflua y desordenada, de religiosidad. Esta idea resulta más comprensible si se considera que religio, la religión, significaba precisamente lo contrario para los romanos. Según el mismo Cicerón, religio viene de re-legere (‘reagrupar, ordenar’). Por lo mismo, dentro de la preocupación romana de realizar el culto dentro de normas rígidas, una exageración, como hacer sacrificios todos los días, podía llegar a ser entendido como un defecto. Para los romanos, el supersticioso podía llegar a ser o bien un tartufo o una persona afectadamente religiosa.
Las supersticiones romanas estaban en gran parte relacionadas con el mundo de la naturaleza. los romanos leían presagios de desastres en el croar de los cuervos, y encontraban protección contra el mal de ojo entre las hojas del acebo. Junto a esta consulta de los augurios iba una fe en las propiedades mágicas, generalmente medicinales -de plantas y animales-. Algunas de estas supersticiones y lo que representan se listan a continuación:
  1. La lechuza: Se creía que esta ave presagiaba desastres. Horacio afirmaba que las brujas usaban plumas en sus pócimas.
  2. El ciclamen: Los romanos creían que los hombres que estaban perdiendo el pelo podían evitarlo oliendo partes de esta planta.
  3. Campanas: Se suponía que el tañer de campana junto a la mujer que estaba dando a luz aliviaba los dolores de parto.
  4. Abejas: Se creía que estos insectos sagrados eran mensajeros de los dioses, y que su presencia traía buena suerte.
  5. La peonía: Esta flor, así llamada según Peón, dios de las curaciones, era considerada de propiedades curativas mágicas.
  6. El águila: Ave sagrada de las legiones romanas; se decía que esta ave rapaz, de vuelo rápido, producía rayos y truenos.


Evolución del concepto cristiano de superstición

En las primeras versiones en latín del Nuevo Testamento cristiano se utiliza sólo 3 veces la palabra «superstición», siempre a la manera romana:
  • En Hechos (17.22), sin un sentido peyorativo explícito, cuando san Pablo alaba a los atenienses por tener un altar reservado «al dios desconocido». Entonces, refiriéndose a que son «extremadamente religiosos», los calificó de «quasi supertitiores» (en sentido figurado, "trascendentalistas").
  • En Hechos (25, a. C.19), en un sentido literal y ambiguo, cuando los judíos acusan al mismo Pablo de supersticioso por creer que Jesucristo está vivo (que «ha sobrevivido»), siendo que ya ha fallecido.
  • En Colosenses (2, a. C.21), refiriéndose a una manera afectada de religiosidad, cuando nuevamente Pablo exhorta a sus lectores a dejar el formalismo ritual judío y así no caer «in supertitione».
Pero después de décadas, o incluso siglos, los primeros cristianos comenzaron a cambiar el sentido de la palabra «superstición».

Lactancio: Religión versus superstición
 
En el siglo III, Lactancio refutó las etimologías clásicas de Cicerón, buscando interpretaciones más funcionales al punto de vista cristiano. Para él, religio ya no viene de relegere (‘reagrupar’ o ‘reordenar’), sino de re-ligare (‘volver a unir’), lo que resultaba muy consonante con el sentido mesiánico y salvífico del cristianismo, que proclama una «nueva alianza» entre la divinidad y el ser humano. El cristianismo era, pues, para Lactancio una religión.
Siguiendo con esta línea argumentativa, el mismo autor cambiaba el significado de la etimología de supertitio. Esta ahora asimilaba el concepto a idolatría y culto equivocado; superstición equivalía a divinización pagana de los muertos:
...los supersticiosos no son aquellos que esperan que sus hijos les sobrevivan —eso lo esperamos todos—, sino quienes veneran la memoria de los difuntos para que sobreviva a ellos, o incluso aquellos que mediante imágenes de sus padres rinden culto como lo hacen con sus dioses penates...
Lactancio: Institutiones divínae
Para Lactancio, entonces, religión era igual a culto verdadero, mientras que superstición era un falso culto (a los antepasados).

Agustín de Hipona: Cristianismo contra superstición
 

Según san Agustín, la superstición es pagana y demoníaca.
En el siglo IV Agustín de Hipona volvió a modificar la explicación del significado de la etimología de supertitio, buscando establecer un nuevo concepto más a su útil a las batallas ideológicas que el cristianismo vivía en su tiempo histórico. Para él, las supersticiones eran las «supervivencias» de la idolatría pagana que subsistían, tras el triunfo político del cristianismo, producto de la conversión del emperador Constantino. Y, más específicamente, supertición era todo resto de veneración a una criatura —ser creado— fuera este ídolo, hombre, demonio, animal, planta, astro u objeto.
Es supersticioso aquello instituido por los hombres para crear ídolos y venerarlos o rendir culto a una criatura o parte de una criatura como si se tratase de Dios, o para consultar a los demonios y sellar a través de ciertos acuerdos (pactos) una comunicación con ellos.
Agustín de Hipona: De doctrina christiana
De estas afirmaciones, que fueron retomadas por Tomás de Aquino, proviene el concepto cristiano de superstición vigente durante los siglos siguientes, y aun en el presente. Este se puede resumir en dos afirmaciones:
  • Toda creencia sobrenatural ajena al cristianismo es superstición.
  • La superstición es una manera de relación con el demonio.
La segunda idea implicaba que, por ejemplo, si el estremecimiento o tembladera de un miembro (un brazo, por ejemplo) era considerado un mal augurio, era porque para el supersticioso era una especie de signo convencional o clave secreta, mediante la cual recibía un mensaje del demonio.
La nueva definición de superstición se extendió rápidamente.
Como ejemplo de la idea cristiana de que lo no cristiano es supersticioso, ya en el siglo V se encuentran textos eclesiásticos que hablan de las «supersticiones judaicas». Así, para los cristianos, si los judíos no creían en Cristo, sus rituales debían por fuerza ser supersticiosos.

Supersticiones y creencias populares

 

Existe diferencia entre las supersticiones específicas y las pseudociencias. Las pseudociencias tienen un definido ámbito concreto de creencias donde no cabe todo sino de acuerdo a sus bases. Otra diferencia es que los creyentes de supersticiones pueden ser personas de cualquier etnia, estatus social, región mundial... y no tienen porqué creer en pseudociencias, del mismo modo que un adepto de una pseudociencia no tiene porqué creer en las supersticiones populares. Existen supersticiones relacionadas con los diferentes ámbitos de la vida del ser humano, desde los acontecimientos importantes para las personas (por ejemplo el matrimonio, la menstruación femenina, la botadura de barcos, el levantarse de la cama), los acontecimientos relacionados con los oficios (por ejemplo: ordeñar en la ganadería), los acontecimientos temporales (por ejemplo: fechas de siembra en la agricultura, el solsticio de la noche de San Juan, las fases de la Luna), los relacionados con objetos o elementos o con procesos: el hierro, por ejemplo, tiene poderes mágicos, protege a su propietario contra las brujas y los malos espíritus. Hay muchas supersticiones relacionadas con tijeras, cuchillos, espadas, agujas... Muchos escoceses creían que dormir con un cuchillo bajo la almohada evitaría que las brujas se los llevasen mientras dormían. En muchos países se considera fatídico regalar un arma blanca. El mango del cuchillo, al caer, apunta en la dirección de donde provendrá la buena suerte o los amigos. Si el cuchillo queda con el filo hacia arriba, se espera mala suerte, pues los espíritus se cortarán los pies.

Supersticiones que generarían desgracia

 

  • Doblar la servilleta usada, o guardar una servilleta en su servilletero al final de una comida quebrantará la amistad.
  • Mencionar o formular verbalmente cualquier cosa no deseable o desgraciada (ver maldición).
  • Para contrarrestar la desgracia, inmediatamente se debe tocar madera.
  • Romper un espejo, al hacerlo se tiene 7 años de mala suerte.
  • Pasar debajo de una escalera apoyada contra una pared, la escalera con las superficies del suelo y la pared forman un triángulo, representación de la Trinidad. Por lo tanto, cruzarla era atentar contra dicho dogma, o también representa una puerta de entrada al mundo de los espíritus.
  • Cruzarse con un gato negro.
  • Derramar sal: la sal, en la Antigüedad, representaba riqueza. Al parecer, este mito tiene su origen en el hecho de, una vez que Roma conquista y arrasa con la ciudad de Cártago, los soldados romanos vertieron sal sobre los restos de la ciudad, para que ninguna planta volviera a crecer en ella; o en que en la Antigüedad era común dar paga con la sal, (de ahí surge el salario) lo cual, al derramar este producto era considerado un desprecio hacia el dinero y por ende suponía la futura falta del mismo.
  • Derramar aceite.
  • Poner el pan invertido en la mesa.
  • Limpiar la mesa con papel, y no con un paño de tela, trae pérdidas económicas, porque representa un desprecio al papel moneda.
  • Escuchar el nombre de una persona que transmite «mala suerte» (persona que está «salada», jetattore, un mufa, aojador, gafe, cenizo)
  • Para contrarrestar la maldición, a la persona se la margina y se la menciona como «el/la innombrable».
  • En Argentina los varones se tocan el testículo izquierdo, y las mujeres el pecho izquierdo.
  • Ser víctima de un «trabajo» de vudú o magia negra.
  • Rezar con las piernas cruzadas.
  • Pisar en primer lugar con el pie izquierdo al levantarse de la cama (Véase el artículo zurdo).
  • Casarse o embarcarse un martes 13: en los países anglófonos se refieren al viernes 13.
  • Bautizar a un barco con el mismo nombre que tiene otro barco.
  • Sentarse a comer 13 personas a la mesa, por la Última Cena de Cristo con sus discípulos (ver triscaidecafobia).
  • Estornudar, por temor a perder el alma, sólo durante la Edad Media.
  • El riesgo se minimizaba cuando otra persona respondía de manera apotropaica «¡Jesús!».
  • Abrir un paraguas bajo techo, dentro de una casa.
  • Que se cayeran las tijeras con el pico abierto, o dejarlas a posta abiertas encima de la mesa de alguien, o dejarlas abiertas entre dos o más *personas, supuestamente produce riña por el entrechocar de las espadas.
  • Poseer un solo vaso de una colección en la que se han ido rompiendo todos los demás.
  • Mirar fijamente a una persona, mal de ojo o aojamiento, que desde entonces sufre mala salud periódicamente o muere. Esta superstición se documenta *desde la época romana.
  • Decir «¡por Dios!» ante cualquier suceso: según el mandamiento de la ley mosaica, no debía tomarse el nombre divino en vano.
  • Cuando una persona se ríe mucho es que le espera alguna desgracia o disgusto.
  • El acostarse del lado del corazón ocasiona malos sueños.
  • Cortarse las uñas en los días que tienen erre (martes, miércoles y viernes) genera padrasto.
  • Matar a las golondrinas: porque una leyenda (no bíblica) dice que le extrajeron las espinas a Cristo en el Calvario.
  • Toparse con un tuerto al salir de casa por la mañana.
  • Que un artista (actor, cantante, músico, etc.) salga al escenario con una prenda amarilla.
  • Que el novio vea a la novia vestida de tal antes de la ceremonia.
  • En México (especialmente en el estado de Jalisco), pisar un mango echado a perder.
  • Cortar muy seguido, usando la tijera, se dice que corta los caminos.
  • Barrer los pies a alguien, dicen que quita la fortuna
  • Para revertir, la persona cuyos pies fueron barridos debe pisar la escoba
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Supersticiones contra el mal o contra la mala suerte

 

Determinadas acciones son tradicionalmente consideradas como conjuros o actos contra el mal, los malos espíritus, las brujas y la mala suerte, y se realizan para protegerse, desviarlos, evitarlos o rechazarlos: Poseer amuletos u objetos que protegen de la mala suerte o de las brujas, como llevar siempre una castaña recogida el día o la Noche de San Juan, o
  • En Aragón, ponerles pendientes hechos con ramitas de enebro a las ovejas.
  • Echar sal detrás del hombro, para aplacar a los malos espíritus que están tras la persona.
  • Tocar un objeto de madera al oír algo que se considera inauspicioso, pues algunas culturas creen que poseen propiedades mágicas o se puede pedir un deseo.
  • Cuando las ratas abandonan un barco es por que se va a hundir.
  • Cuando los animales abandonan un lugar es por que viene un desastre.
  • Tener en el hogar un altar con estampitas de santos y vírgenes.
  • Encender una vela a un santo, en una iglesia católica o en el hogar.
  • Hacer una "limpieza" mediante magia blanca con una bruja o curandera.
  • "Tirar el cuerito" es un tipo de masaje shamánico relacionado con la piel de la cintura o el abdomen.
  • Decir «¡Jesús!» cuando se estornuda, ya que se consideraba antaño signo de mal agüero o de mal augurio.
  • Santiguarse al oír algo que proporciona mala suerte.
  • Hacer el conjuro de la taza de agua y las gotas de aceite para evitar el mal de ojo o aojamiento.
  • Golpear ligeramente las copas antes de beber su contenido, espanta a los malos espíritus y evita que entren al momento de abrir la boca.
  • Encontrar un trébol de 4 hojas.
  • Ponerle una cinta roja a los bebes, o en la panza de la mama embarazada.
  • Si se cae azúcar, ponerse un poco de la azúcar derramada, en la frente que es fortuna
  • Usar la ropa interior al revés, es decir, la parte de afuera hacia adentro, alejando los malos conjuros de brujas.
  • Cuando Jasón mató al hermano de su amada, sorbió y escupió la sangre del muerto tres veces para evitar que su ánima le persiguiese.
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Supersticiones de buena suerte

 

  • Herradura puesta con el propósito de atraer la buena suerte.
  • Derramar el vino predice buena suerte o trae alegría.
  • Encontrarse por casualidad una herradura con 7 agujeros para los clavos es un buen augurio en Algeciras, o la sola posesión de una herradura.
  • Tener la pata de un conejo, frotarse y acariciarse con ella.
  • El número Siete
  • Para ganar la lotería se debe apoyar el billete en la espalda de un jorobado o en el vientre de una embarazada.
  • Tener amuletos, como una pata de conejo, estampitas de santos, alguna piedra especial o semipreciosa, etc.
  • En la comunidad vasca colocar un flor de cardo dorado en el pórtico de los caseríos, ya que se creía que tenía relación con el sol. En vasco la planta se llama "Eguzki-lore" (flor del sol) (normalmente dirección Sur)
  • Tener la bendición de los padres al casarse.
  • La mujer soltera que —durante una fiesta de casamiento— atrape el ramo de la novia cuando esta realiza el rito de tirarlo violentamente por encima del hombro será la siguiente en casarse (en la Edad Media era primordial que una mujer se casase).
  • Cuando una persona debe pasar una prueba o realizar un examen académico, debe encender (ella misma u otra persona) una o varias velas en su casa o en una iglesia católica.
  • El feng shui chino y el vastu de la arquitectura hindú poseen conceptos parecidos y hasta equivalentes, que analizan qué lugares y fechas son las mejores para construir un edificio o iniciar una empresa o negocio o una relación de pareja.
  • En México se dice cada Viernes Santo hay un aguacate que en vez de carozo contiene un huevo de paloma. Hay que sostener el huevo en la mano y rezar un Padre Nuestro. El huevo se abrirá, y saldrá volando un polluelo, que es el Espíritu Santo. El lugar donde el polluelo se pose estará bendito incorruptiblemente hasta la llegada del Fin del mundo.
  • Pisar excremento que esté en el suelo, da buena suerte durante 7 años.
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Supersticiones que auguran el futuro

 

  • Cuando a un difunto se le quedan los ojos abiertos es señal de que pronto le seguirá algún individuo de la familia.
  • No deben echarse las cáscaras de los huevos en el fuego, porque se les secará el ano a las gallinas y no pondrán más huevos.
  • Quien duerma en una cama con los pies hacia la calle morirá.
  • Cuando se tira al suelo una cerilla encendida, y esta no se apaga, es el augurio de una muerte próxima.
  • Una mujer, durante la menstruación, no puede hacer mantequilla, mayonesa, tocar o preparar la leche o productos lácteos, regar las plantas, dar de comer a los animales... la mantequilla o mayonesa no ligarán, la leche se cortará, las plantas se secarán, los animales morirán, especialmente crías o bebés ajenos, o se les estropeará la comida, o se arguellarán. Esta superstición está relacionada con la pureza y la impureza de la mujer, y coincide con supersticiones afines del mundo islámico actual.
  • "Dineros o palos". Si se siente comezón o picazón en la palmas de las manos, es que se va a recibir dinero, o se van a recibir palos.
  • La mujer que siga el vuelo de una mariquita dará con el hombre ideal.
  • Una mariposa que vuela alrededor de una persona augura buenas noticias si es blanca, y malas noticias si es negra.
  • Cuando una pulga pica en el dorso de la mano, es señal de que se va a recibir dinero (en la Edad Media había pulgas en todas las casas).
  • Cuando una persona sueña con toros, es que le tocará la lotería, si es que ha jugado.
  • Cuando a una persona soltera se le barren los pies, no se casa.
  • Pisar accidentalmente el excremento de un animal traerá buena suerte.
  • Todos los 2 de febrero, la estatua de la Virgen María sale en procesión ritual por las calles cercanas al templo. Si vuelve a entrar con la vela encendida, será buen año.
  • Las roscas y roscones, comidas en fechas señaladas, San Valero, Reyes Magos... coincidentes con las fiestas paganas de la siembra, la recolección, *la primavera etc., suelen llevar una o dos sorpresas. Una solía ser una moneda o regalo favorable, y la otra, habitualmente desfavorable que trae pagar el roscón consiste generalmente en una semilla de haba, relacionada con el glande masculino.
  • En México, cuando un cuchillo cae y se clava en el suelo, augura la llegada de una visita. En Argentina, esto sucede con la caída de una cuchara al suelo.
  • En Aragón (España), cuando una persona, sin darse cuenta, se pone una prenda del revés (por ejemplo, la camiseta con la espalda al frente), es que se va a producir una sorpresa, un imprevisto bueno o malo.
  • En Aragón (España), «Soñar con muertos, saber de vivos»: cuando se sueña con personas que han muerto, sobre todo familiares, es que se van a recibir nuevas noticias de, o se va reunir uno con, amigos o parientes.
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  • Fuente: Wikipedia 
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La armonía de las esferas.






 

Armonía de las esferas

 

Modelo de los sólidos platónicos del Sistema Solar, propuesto por el astrónomo y matemático Johannes Kepler en 1596, en su Misterium Cosmographicum.
 
 
 
La armonía de las esferas es una antigua teoría de origen pitagórico, basada en la idea de que el universo está gobernado según proporciones numéricas armoniosas y que el movimiento de los cuerpos celestes según la representación geocéntrica del universo — el Sol, la Luna y los planetas — se rige según proporciones musicales; las distancias entre planetas corresponderían, según esta teoría, a los intervalos musicales.
La expresión griega harmonia tou kosmou se traduce como «armonía del cosmos» o «música universal»; la palabra armonía se entiende aquí por las buenas proporciones entre las partes y el todo, en un sentido matemático pero también «esotérico», según el misticismo pitagórico. La palabra música (mousikê) hace referencia a «el arte de la Musas» y a «Apolo», es decir, a "la cultura del espíritu artístico o científico". El término «esferas» es de origen aristotélico y designa la zona de influencia de un planeta (Tratado del Cielo).
La teoría de la armonía de las esferas de los pitagóricos está documentada en textos antiguos desde Platón (La República, 530d y 617b; Critón, 405c) y sobre todo Aristóteles (Tratado del cielo, 290b12). Esta teoría continuó ejerciendo influencia en grandes pensadores y humanistas incluso hasta el final del Renacimiento.

Variantes

En los textos antiguos la teoría conoce muchas variantes. Se pueden hacer tres grandes distinciones, si bien esta clasificación no está propuesta en las fuentes originales.
  • En un primer tiempo, la «música celeste» está compuesta de una escala ascendente o descendente que procede por grados conjuntos, y en la cual los intervalos se definen por las distancias entre los planetas. Así, en Plinio el viejo (Historia Natural II, 84), la distancia Tierra-Luna está evaluada en un tono, y los planetas se escalonan según una gama ascendente.
  • Un segundo tipo de teoría propone igualmente una gama que procede por intervalos conjuntos — de un semitono o de un tono, y excepcionalmente un tono y medio — y en la cual los intervalos entre los planetas se definen por la velocidad relativa de los planetas. Es la interpretación debida posiblemente a Cicerón en el conocido Somnium Scipionis que culminaba su República, VI,18. El sonido emitido por la Luna, que es el planeta que gira más despacio, se presenta así como el más grave, mientras que la «esfera inmóvil» emite el sonido más agudo.
  • El tercer tipo de armonía de las esferas se debe a una interpretación del conocido pasaje del Timeo (35-36), en el que Platón describe la fabricación de las proporciones del «Alma del Mundo» por el Demiurgo. El pasaje se basa en la serie numérica 1, 2, 3, 4, 9, 8, 27 — que corresponde a la fusión de la serie de las primeras potencias de 2 (2, 4, 8) y de la serie de las primeras potencias de 3 (3, 9, 27). De esta serie, se pueden extraer relaciones numéricas sobre las cuales se basan los intervalos musicales: la razón 1 a 2 (razón doble) corresponde a la octava; la razón 2 a 3 (razón llamada hemiolia - en griego, y sesquialtera en latín) a la quinta; la razón 3 a 4 (epitrito o sesquitercio) a la cuarta; finalmente, la razón 9 a 8 (sesquioctava) al tono. Este difícil pasaje es interpretado de maneras diversas en numerosas especulaciones neoplatónicas, que utilizan esta serie para describir las relaciones entre los planetas — se puede evocar la interpretación de Macrobio, en el Commentarium in Ciceronis Somnium Scipionis, II, 2-4. Según Luc Brisson, "tres tipos de intervalos corresponden a razones musicales conocidas de la época de Platón: la cuarta 4/3, la quinta 3/2 y el tono 9/8. (...) Considerado desde un punto de vista estrictamente musical, la estructura matemática del «Alma del mundo» tendría entonces 4 octavas, una quinta y un tono: 2/1 x 2/1 x 2/1 x 2/1 x 3/2 x 9/8 = 27. Hay que remarcar no obstante, que Platón no tiene ninguna intención de hacer la teoría del tipo de música que podrían emitir los cuerpos celestes".

Historia

Se atribuye a Pitágoras el descubrimiento de la relación entre el tono de la nota musical y la longitud de la cuerda que lo produce: el tono de la nota de una cuerda está en proporción con su longitud, y que los intervalos entre las frecuencias de los sonidos armoniosos forman razones numéricas simples.(véase también «Martillos de Pitágoras»). En la teoría conocida como «la armonía de las esferas», Pitágoras propone que el Sol, la Luna y los planetas emiten un único zumbido basado en su revolución orbital. y que la cualidad de la vida en la Tierra refleja el tenor de los sonidos celestiales que son imperceptibles para el oído humano.
Para Filolao, matemático y astrónomo pitagórico, año 400 a.C., el mundo es «armonía y número», todo se halla ordenado según proporciones que corresponden a tres consonancias básicas para la música: 2:1 (armonía), 3:2 (quinta), 4:3 (cuarta).Nicómaco de Gerasa, (también pitagórico, hacia el año 200) asigna las notas de la octava a los cuerpos celestes, de manera que generan una música.
Platón presenta la noción en La República, X, 616-617. Describe un orden de ocho círculos u órbitas: estrellas fijas, Saturno, Júpiter, Marte, Mercurio, Venus, Sol, Luna, que se distinguen por su rango de distancias, su color y la velocidad de revolución. La unidad de medida, según Platón, es el intervalo Tierra/Luna (Timeo, 35 b). Los términos de la serie del «Alma del mundo» (1, 2, 3, 4, 9, 8, 27) representan las distancias de los planetas a la Tierra, medidas en razón de la distancia de la Luna a la Tierra tomada como unidad. Luna 1, Sol 2, Mercurio 3, Venus 4, Marte 8, Júpiter 9, Saturno 27 (Timeo, 36 d).
Es Aristóteles el primero en dar una exposición crítica de la noción pitagórica de las armonía de las esferas: "Debemos ver evidentemente, después de todo lo que precede, que, cuando nos hablan de una armonía resultante del movimiento de esos cuerpos, igual a la armonía de sonidos que se entrelazan, se está haciendo una comparación muy brillante, sin duda, pero vana; esa no es la verdad de ningún modo. Hay en efecto gente [los pitagóricos] que se figura que el movimiento de cuerpos tan grandes [los planetas] debe producir necesariamente ruido, pues escuchamos alrededor nuestro los ruidos que hacen cuerpos que ni tienen tanta masa, ni una velocidad igual a la del Sol o la Luna. Por ello, uno se cree autorizado a concluir que astros tan numerosos e inmensos que aquellos que tienen este prodigioso movimiento de traslación, no pueden andar sin hacer un ruido de una intensidad desmesurada. Admitiendo en principio esta hipótesis, y suponiendo que estos cuerpos, gracias a sus distancias respectivas, están por sus velocidades en la misma proporción que las armonías, estos filósofos llegan a pretender que la voz de los astros, que se mueven en círculos, es armoniosa. Pero como sería muy sorprendente que nosotros no escucháramos esta pretendida voz, nos explican la causa, diciendo que ese ruido data para nuestros oídos desde el momento mismo de nuestro nacimiento. Esto hace que no distingamos el ruido, es que no hemos tenido nunca el contraste del silencio, que sería su contrario; pues la voz y el silencio, se hacen así distinguir recíprocamente el uno del otro. Pero, al igual que los herreros, por el hábito del ruido que hacen, no se dan más cuenta de la diferencia, así igualmente, dicen, sucede a los hombres. Esta suposición, lo repito, es muy ingeniosa y muy poética; pero es absolutamente imposible que sea así." (Aristóteles, "Tratado del Cielo", II, cap 9, 290).
La representación pitagórica del universo como una armonía tuvo tanto éxito en la Antigüedad, que Boecio, al comienzo de su Institution musicale (I,2), la incluye como una de las tres partes de la música — en su célebre tripartición entre musica mundana (música del mundo, o armonía de las esferas), musica humana (música del hombre, es decir, armonía interior que une las partes del alma y los elementos del cuerpo) y musica in instrumentis (música instrumental, en el sentido que la entendemos hoy). El éxito de esta representación del mundo, vehiculada por toda la tradición antigua retomada por Boecio, no se debilitará durante el transcurso de la Edad Media.
Johannes Kepler, en su Mysterium cosmographicum (1596), pone en relación los aspectos de los que hablan los astrólogos (relaciones angulares entre planetas) y los intervalos musicales. La oposición (planetas a 180°): razón del círculo entero a su mitad: 2:1 (octava); el trigono (planetas a 120°): razón del conjunto a la menor de las partes: 3:2 (quinta); el cuadrado (planetas a 90°): razón del conjunto a la mayor de las partes: 4:3 (cuarta). Sobre todo, en su Harmonices mundi (1619), Kepler funda la «música celeste», ya no basado en las distancias entre planetas sino en la velocidad de los mismos, en función de la segunda ley de Kepler (ley de las áreas: la velocidad de un planeta aumenta cuando este se acerca al Sol). El planeta más lejano al Sol, Saturno, durante el afelio, cubre cada día 106 segundos de arco de elipse; en el perihelio, 135; esto equivale (a menos de 2 segundos) a una razón de 4 a 5, que es la tercera mayor. Júpiter da la tercera menor, Marte la quinta, la Tierra el semitono, Venus el sostenido y Mercurio la octava aumentada de la tercera menor. Kepler supone que el tono de Saturno en el afelio es la nota «sol», en su perihelio la nota «si». El conjunto de los planetas constituye un coro en que los bajos corresponden a Saturno y Júpiter, el tenor a Marte, el contralto a la Tierra y Venus, el soprano a Mercurio.
Michael Maier, médico y alquimista, en 1622 expone que hay "un tercio" de la Tierra a la Luna, "una quinta" de la Luna al Sol, y "una octava" del Sol hasta el cielo (Cantilenae intellectuales de phoenice redivivo, Canciones intelectuales sobre la resurrección del fénix)
La ley de Titius-Bode (1772) es una nueva clase de teoría de la armonía planetaria. En 1702, James Gregory describe la secuencia de números 4, 7, 10, 15, 52, 95, para representar las distancias de los planetas en 1/10 del radio de la órbita terrestre (1.5 millones de kilómetros). En 1766, Titius enuncia una relación empírica entre los radios de las órbitas de los planetas y de los planetas enanos del Sistema Solar, basado en una progresión geométrica de razón 2. En 1772, Bode retoma la teoría: si se considera 4 como la distancia media entre Mercurio y el Sol, y si se agrega la serie 3 x 1, 3 x 2, 3 x 4, 3 x 8, etc. se obtienen cifras que se aproximan mucho a la distancia media real de los planetas con respecto al Sol, calculada en unidades astronómicas (distancia media entre la Tierra y el Sol).
  • Mercurio: distancia = 4 (0,387) do
  • Venus: distancia = 7 (0,723) re
  • Tierra: distancia = 10 (1,000) sol
  • Marte: distancia = 16 (1,524) do
  • Céres: distancia = 28 (2,77) re
  • Júpiter: distancia = 52 (5,203) si bemol
  • Saturno: distancia = 100 (9,539) mi
  • Urano: distancia = 196 (19,182) mi+
  • Neptuno: distancia = 388 (30,055) la
El cristalógrafo Victor Goldschmidt utilizó como unidad astronómica no la distancia Tierra-Sol, sino la distancia Júpiter-Sol (Über Harmonie im Weltraum, en Annalen der Naturphilosophie, t. IX, 1910, p. 51-110). Obtiene así: Sol 0, Júpiter 1, Saturno 2, Urano 4, Neptuno 6, Plutón 8; para los planetas interiores pequeños y densos de rotación lenta: Sol 0, Mercurio 1/13, Venus 1/7, Tierra 1/5, Marte 1/3, Júpiter 1. Al final: Sol 0, Júpiter 1/2 do, Saturno 1 do, Urano 2 do, Neptuno 3 sol, Plutón 4 do.
En 1781, el descubrimiento de Urano, confirma la "ley de Bode". Pero en 1846, el descubrimiento de Neptuno demuestra que la ley de Titius-Bode no es válida más allá de Urano.

Véase también



Fuente : Wikipedia