martes, 29 de diciembre de 2015

La ceguera crónica de la Justicia. Por Carlos Javier González Serrano.








 

La ceguera crónica de la Justicia

 

Justicia ciega
“El derecho no da frutos si no crece junto al deber”. Félecité de Lamennais.

Vivimos tiempos extremadamente convulsos desde el punto de vista político, económico y social. A través de periódicos y boletines de noticias nos alertan a cada instante de los peligros de una debacle financiera. Los ciudadanos de a pie, preocupados además por el creciente desempleo, se ven abocados a elaborar planes de ahorro y racionamiento cada vez más ajustados que conducen al descenso del gasto y a la prudencia excesiva.
Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes.
Marqués de La Fayette.
En este difícil contexto –plagado de desahucios, subidas fiscales, casos insultantes de corrupción, y caracterizado por la aparición de numerosos movimientos sociales–, la población acude al Estado para defender las libertades y derechos adquiridos a lo largo de las últimas décadas. Sin embargo, los ciudadanos no siempre encuentran el respaldo esperado en las leyes, y denuncian que la Justicia, con mayúscula, ha pasado a estar de parte de los más poderosos; así hacen suyo uno de los pensamientos fundamentales que Aristóteles expuso en el Libro I de la Política: “algunos convierten todas las facultades en crematísticas, como si ese fuera su fin, y fuera necesario que todo respondiera a ese fin”.
También fue Aristóteles quien se refirió a la ciudadanía como aquella condición que daba la oportunidad a un ser humano para “participar en la función deliberativa o judicial”. Es decir, los individuos que componen una polis no reciben el título de ciudadano por habitar un mismo lugar, ni siquiera por estar sujetos a los mismos deberes o disfrutar de los mismos derechos, sino por llegar a participar en el poder. Como también consideraba Tucídides, todos reunidos, “mezclados con los mejores”, son útiles a las ciudades. De esta forma, la “vida buena” y las acciones virtuosas –conceptos que tan en profundidad estudió el estagirita– no consisten en la conservación de una mera estructura o en el respeto formal a una serie de reglas, sino en la decidida apuesta por un modo de vida enfrentado con los planes que los diferentes grupos sociales, por separado, intentan imponer a la ciudad como fin supremo, sin otro propósito que la satisfacción de sus propios deseos. Y es que en aquella Grecia de Aristóteles también rastreamos ciertos abusos que tan familiares nos resultan: “a causa de las ventajas que se obtienen de los cargos públicos y del poder –aseguraba sin tapujos–, los hombres quieren mandar continuamente, como si el poder procurase siempre la salud a los gobernantes”.
La libertad es el derecho a hacer lo que las leyes permiten. Si un ciudadano tuviera derecho a hacer lo que estas prohíben, ya no sería libertad, pues cualquier otro tendría el mismo derecho.
Montesquieu
justicia-ciega
“La libertad es el derecho a hacer lo que las leyes permiten”. Montesquieu.

Debido a este último peligro, es necesario que exista un órgano que juzgue sobre lo conveniente y justo entre unos y otros. Pero avisa Aristóteles, “la mayoría son malos jueces acerca de las cosas propias”, pues juzgan mal lo que se refiere a sí mismos. En cualquier caso, la ciudad no debe ser una comunidad destinada exclusivamente a impedir las injusticias entre individuos o para facilitar el intercambio económico –si bien son aspectos necesarios–, sino para “vivir bien, con el fin de una vida perfecta y autárquica”. En definitiva, una ciudad deja de serlo cuando pierde una misma creencia en lo que es bueno para todos, no sólo para una parte de sus habitantes.
Una de las cuestiones más debatidas a lo largo de la historia del Derecho, la Filosofía o la Sociología, y que aún levanta ampollas, es la de si el Estado debe encargarse no sólo de impartir justicia, sino también de infundir moralidad en los corazones. Si hace algunos siglos se consideraba que la mayor parte de los peores delitos tenían por causa los excesos de las pasiones, el paradigma cambia progresivamente y, debido a los avatares sociales a los que se enfrentan en la actualidad las sociedades occidentales, también –y sobre todo– se cometen crímenes en nombre de la necesidad.
El Derecho, tal y como se entiende hoy en día, es un sistema normativo cuya función fundamental es la de organizar la sociedad de acuerdo con determinados criterios expresados a través de normas de convivencia. Por ello, los tribunales no deberían funcionar como púlpitos (al menos, no conscientemente), sino como dispensadores objetivos de justicia. Sin embargo, aquellas normas jurídicas no son las únicas a las que nos vemos sometidos: también podemos distinguir las reglas del trato social (a las que Kant englobó bajo el nombre de “pragmática”) y, más allá, la moral. En la Introducción a la Filosofía del Derecho del recientemente fallecido Gregorio Peces-Barba, leemos que “La distinción entre Derecho y Moral no debe dificultar el esfuerzo por constatar las conexiones entre ambas normatividades en la cultura moderna, ni la lucha por la incorporación de criterios razonables de moralidad en el Derecho, ni tampoco la crítica desde criterios de moralidad al Derecho válido”.

Justicia
– “El hombre honrado es el que mide un derecho por su deber”. Herni Dominique Lacordaire.

A pesar de que contar con una buena teoría es importante, esta no siempre se traduce en una buena práctica. Así, podemos preguntarnos qué sucede cuando determinados formaciones no judiciales (plataformas sociales, sindicatos, asociaciones benéficas, etc.) denuncian la injusticia de alguna ley o su dudosa o incorrecta aplicación. Además, hay que tener muy presente que el Derecho cuenta con una ventaja fáctica sobre el resto de conjuntos de normas: tiene de su lado el poder de la coacción –aprobado, hay que recordarlo, por los ciudadanos de una sociedad.
Es interesante plantear que, para Kant, el Derecho queda cumplido de manera satisfactoria por la legalidad misma, o lo que es lo mismo, en base a la obediencia externa a la norma –por mucho que en nuestro fuero interno estemos en desacuerdo con ella. Por otro lado, damos con el orden moral, que sí exigiría una adhesión interna al propio deber, aunque para alguien como Elías Díaz, eminente profesor y filósofo del Derecho, también en éste “lo deseable es lograr esa adhesión interior a la norma, disminuyéndose así las posibilidades de incumplimiento”.
En su Invitación a la filosofía, el célebre filósofo francés André Comte-Sponville se pregunta si es posible que alguien no considere (absolutamente convencido) que la justicia es preferible a la injusticia. Para este pensador, moral y política no se oponen, “pero que la moral no basta para lograr la justicia, es una evidencia que demuestra que moral y política tampoco pueden confundirse”. Así, la pregunta a plantear es la siguiente: ¿cómo elaborar, a través de un ejercicio ciudadano y político prudente y responsable, un catálogo justo de leyes?
El propio Kant, en el apéndice a su escrito Sobre la paz perpetua, no duda en afirmar que la auténtica política no debería dar un paso sin haber rendido antes pleitesía a la moral, “y aunque la política es por sí misma un arte difícil, no lo es, en absoluto, la unión de la política con la moral”. Se muestra incluso más tajante algunas líneas después: “El derecho de los hombres debe mantenerse como cosa sagrada”, por muchos que fueran los sacrificios –puntualiza– que tuviera que hacer el poder dominante para mantener tal sacralidad. En última instancia, la política debe obedecer al Derecho… siempre que éste, como deseaba Kant, estuviera basado en la moralidad, y por lo tanto, en el deber.

Justicia vista
“Consentir que nos condecoren es reconocer al Estado o al príncipe el derecho de juzgarnos, ilustrarnos, etc.”. Baudelaire.

Estas concepciones más o menos puristas chocan de bruces contra aquellas otras que parecen imponerse, o que nos imponen, en la actualidad. Desde partidos políticos y organismos europeos y mundiales se apela a la “solidaridad” de los ciudadanos para respetar leyes que perjudican notoria y clarividentemente a las capas menos favorecidas de la sociedad. El poder económico, al que Aristóteles tanto temió y al que tantos reparos puso –en el Libro I de la Política– cuando se convierte en un puro afán de enriquecimiento material, parece haber tomado las riendas de los códigos legales. Los tribunales de justicia, proclamados independientes de cualquier facción política, financiera o social, se ven de este modo contaminados por la aplicación de leyes injustas, hasta el punto de que los propios jueces no pueden más que justificarse, paradójicamente, explicando que tan sólo “aplican la ley”.
Pero también encontramos voces críticas al respecto, como la del fallecido filósofo del Derecho Felipe González Vicén, quien no dudó en afirmar que “mientras que no hay un fundamento ético para obedecer al Derecho, sí hay un fundamento ético absoluto para su desobediencia”. Ya sea por su estructura formal o por el contenido de los códigos legales, el Derecho no puede exigir taxativamente su cumplimiento. En una línea que se puede denominar kantiana radical, González Vicén aseguraba que no hay razón ética para seguir una ley que no es constitutivamente moral. En la misma senda, Martin Luther King aseguraba que “quien infringe una ley porque su conciencia la considera injusta, y acepta voluntariamente una pena de prisión, a fin de que se levante la conciencia social contra esa injusticia, hace gala, en realidad, de un respeto superior por el derecho”.
Tal vez hubiera que comenzar por hacer un ejercicio socrático y preguntarse qué es una ley, qué es la justicia y qué la moral, y tras haber obtenido respuestas, reabrir el debate sobre la-justicia-de-la-ley. En cualquier caso, se trata de un debate que, por su importancia, siempre ha de estar abierto. Y en él debe ocupar un papel predominante la filosofía –en su faceta de reflexión crítica sobre el presente.




Mercurio astrológico retrógrado. Por Gema Matías.















lunes, 28 de diciembre de 2015

Los Santos Inocentes. Una reflexión.








 
Los Santos Inocentes fueron los niños que Herodes mandó matar para evitar el nacimiento de Jesús, aunque parece que históricamente no está del todo documentado.

https://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_de_los_Santos_Inocentes

A mi siempre me llama la atención por estas fechas que se conmemore ese evento gastando bromas a la gente.

Porque cortarle el cuello a un niño menor de dos años menuda broma es......vamos, para partirse de risa.

Y es que la Tradición es mucha Tradición, como tirar cabras desde un campanario o matar a un toro con lanzas, al estilo Neanderthal.

No os parece curioso que el espíritu de ese día haya degenerado tanto ?....sería curioso averiguar en que tiempo y lugar se gestó la gran idea de hacer burla el día 28 de Diciembre.

  Aunque cortarle el cuello directamente a alguien sería mucho mas coherente e incluso si me lo permitís, divertido......sobre todo si se lo merece.

Pero mejor no dar ideas, no sea que retrocedamos a los tiempos del Santo Oficio de la Inquisición, que por otro lado no están tan lejanos.

Acabo de ir al banco a reclamar porque me han cobrado 45 Euros de comisión, menuda inocentada !!

Y me  han dado ganas de cortarle el cuello al banquero, con todas las risas del mundo, y sin acritud.



sábado, 26 de diciembre de 2015

La Caída de los planetas y su rescate. Por Rafael Gil Brand.










La caída de los planetas y su rescate

Por Rafael Gil Brand

Abraham Ibn Ezra escribe en su libro introductorio de los juicios de las estrellas: „El planeta

que se halla en Casa de su Honor es como un hombre que se encuentra encumbrado en

honores”. Evoca la experiencia de alguien que ha alcanzado la cumbre de su éxito y su fama.

El planeta en su honor o en su exaltación describe una condición insuperable, en la que se ha

alcanzado lo óptimo. En la literatura antigua encontramos también la imagen del planeta

exaltado “en su carro”. Alude al carro triunfal con que el general o el césar victorioso

entraba en la ciudad.

Estas imágenes se correponden con la doctrina de la astrología védica según la cual un

planeta en exaltación adquiere máxima fuerza zodiacal, por encima del domicilio. En la

astrología árabe por lo general se considera a la exaltación como dignidad de segundo grado

– después del domicilio – pero encontramos también la opinión de que en cuestiones que

atañen al rey o al reinado habrá que considerarla como la dignidad mayor. En cualquier caso

la exaltación y el domicilio son las mejores posiciones zodiacales que puede adoptar un

planeta, llegando a comportarse como un benéfico. Quiere esto decir que las virtudes del

planeta – sea cual fuere – podrán lucir mejor e influir de un modo positivo en el carácter y

destino del nativo.

A diferencia de las demás dignidades zodiacales, la exaltación es una dignidad

eminentemente polar: a la exaltación le corresponde el punto opuesto de caída. En rigor,

exaltación y caída no son meros signos zodiacales o espacios dentro de los signos, sino

grados opuestos del zodiaco entre los que oscila el planeta en su movimiento orbital.

Por tanto, la caida de un planeta es el lugar del zodiaco en la que su virtud y fuerza alcanza

su máxima depresión. El correspondiente aforismo de Ibn Ezra reza: “El planeta que está en

su Bajeza es como un hombre que ha caído de su señoría”, o de su “grandeza”, como

traducen Raphael Levy y Francisco Cantera el manuscrito hebreo. Solo puede caer alguien

que antes se hallaba en la cumbre. En el concepto de caída resuena la idea de humillación o

vergüenza sufrida. Es la sombra de la exaltación. Allí el planeta poseía un poder que le

tentaba a sentirse como alguien excepcional. El destino le había llevado a una situación

sobresaliente. Pero al encumbramineto le sigue inevitablemente el declive.

En la caída nos sentimos destituidos. Y sin embargo precisamente ahí despierta la

reminiscencia – dolorosa o glorificada – de la grandeza perdida. Cuando el planeta alcanza su

caída, se produce una inversión. Despierta la esperanza, aunque sea de modo vacilante e

inconsciente, como en un ensueño. Con un planeta en caída el nativo siente la nostalgia por

desarrollar esa virtud, por llevarla a la luz y a un nuevo resplandor.

Aquí he de aclarar que un planeta en esta posición no es sinónimo de una falta de capacidad

intrínseca: Mercurio en Piscis no significa falta de inteligencia, Venus en Virgo de por sí no

niega el talento artístico, y a la Luna en Escorpio no podemos equipararla con una falta de

empatía o de compasión. Sin embargo puede haber inseguridad o una sensación de

inferioridad con respecto al desarrollo de estas virtudes, o bien el nativo cosecha poco

aprecio por sus logros. Por lo general los temas representados por tal planeta se toparán con

más dificultades. También las casas que rige tal planeta se verán menoscabadas,

produciéndose a menudo pérdidas o deterioros en los asuntos relativos a las mismas. Tal

condición puede incluso afectar a los planetas ubicados en el mismo signo/casa, a no ser que

estos estén en domicilio o exaltación.

Pero más allá de esto, como toda posición zodiacal, la posición en el signo de caída implica

cierto potencial que surge precisamente de una aceptación de la presunta debilidad y de un

ulterior desapego y una desidentificación positiva de los roles típicos asociados a ese

planeta. En ciertas condiciones este potencial puede desarrollarse hasta el punto de

transformar completamente la debilidad original.

Tanto la astrología hermética como la védica están de acuerdo en que un planeta puede ser

sacado y rescatado de su posición en caída. Así por ejemplo Abraham Ibn Ezra describe una

condición que denomina “placer”: “Cuando un planeta se halla caído en el pozo, o en su

mayor caída, y entonces se junta con un planeta amigo o que tenga alguna señoría en ese

signo, en esos momentos se dice que tal planeta lo saca del pozo o de la caída, y lo llamamos

placer”. Este “juntamiento” debemos entenderlo como conjunción o como aspecto mayor,

como veremos en seguida. En otro lugar Ibn Ezra precisa: “si el significador se halla en

Placer, significa que alguien le ha hecho bien”. El planeta amigo o receptor que se junta con

el planeta caído, simboliza una persona o una virtud que ayudará a tal planeta a salir de su

debilitación, y por tanto le hará bien.

Esta regla la define el astrólogo persa Al-Biruni de un modo más preciso: „Si un planeta está

en su caída o en el pozo o en un signo en el que no tiene dignidad alguna, es como si

estuviera confinado en un lugar estrecho o en una cueva. Si en esto se le acerca un planeta

amistoso o su dispositor y le estrecha una mano para salvarle de su situación penosa, esto es

descrito como que le hace un favor, y (este planeta) es denominado un benefactor.” Al-

Biruni expresa aqui la opinión de que este planeta rescatador debería hacer una conjunción

o un aspecto aplicativos.

En la astrología védica nos encontramos con un concepto muy parecido, en tanto que el

dispositor del planeta en caída puede contribuir a neutralizar o a abolir la debilidad de este

último. Solo que al juntamiento se le añade la posición del dispositor en casa angular, es

decir en configuración dominante respecto al ascendente. En concreto se trata de las

siguientes configuraciones

- El dispositor del planeta en caída se encuentra en una casa angular.

- El regente del signo en que se exalta el planeta en caída (es decir el dispositor de su grado

de exaltación), se halla en una casa angular.

Estos son los dos yogas (combinaciones planetarias) expresados por la mayoría de los textos

clásicos. La segunda configuración es muy interesante, porque implica que el grado de

exaltación es considerado como una especie de representante fijo del planeta en cuestión.

No puedo ahondar aquí en esta faceta peculiar del concepto de exaltación.

Las posiciones angulares tienen que ser determinadas desde el signo ascendente, utilizando

casas iguales a signos. Pero es reforzada si el planeta se halla además en casas angulares

desde la Luna. Tal posición con respecto a la Luna es de por sí efectiva si el planeta

rescatador se encuentra al mismo tiempo en una casa propicia (las casas 1, 4, 5, 7, 9, 10 y

11) y/o en una posición de fuerza.

El autor medieval Mantreshwara añade las siguientes configuraciones:

- El dispositor del planeta en caída y el dispositor de su grado de exaltación se hallan

mutuamente en posición angular (es decir en conjunción, oposición o cuadratura por signo).

- El dispositor del planeta en caída aspecta a este con un aspecto pleno o se halla con él en el

mismo signo.

Esta configuración se corresponde con el rescate que describen los astrólogos árabes. Solo

que éstos tomarían en cuenta cualquier aspecto, siempre que fuera aplicativo. Podemos

combinar ambas variantes de esta regla y decir que se efectúa una neutralización de la caída

si el dispositor del significador en caída o bien le aspecta con un aspecto pleno según la

doctrina védica, o bien forma un aspecto aplicativo mayor, sin ser interferido por otro

planeta.

Los aspectos plenos según la astrología védica se definen del sigente modo (entre paréntesis

el aspecto que corresponde a tal configuración, visto desde el lugar aspectado):

- Todos los planetas aspectan a la casa 7 desde su posición (oposición)

- Marte aspecta además a las casas 4 y 8 desde su posición (cuadratura diestra y quincuncio

sinestro)

- Júpiter aspecta además a las casasa 5 y 9 (ambos trígonos)

- Saturno aspecta además a las casas 3 y 10 (sextil diestro y cuadratura siniestra)

Clásicamente, cuando un planeta es aspectado por su dispositor hablamos de una recepción.

Podemos por tanto extender la regla a la siguiente configuración

- El planeta en caída se halla en recepción mutua con su dispositor.

También en el caso de tal recepción o recepción mutua es preferible que el dispositor del

planeta debilitado se encuentre en casas productivas y no se halle a su vez debilitado.

Por último la astrología védica considera una configuración que también viene implícita en

el aforismo de Ibn Ezra:

- El planeta en caída se halla en conjunción (es decir en el mismo signo) con el planeta

exaltado en este signo.

Es de suponer que el planeta exaltado pueda compensar la debilidad del otro, siempre y

cuando tal conjunción se encuentre en una casa propicia.

Los yogas aquí descritos son denominados niicha-bhanga-raya-yogas, lo cual significa

literalmente “combinación de realeza (raya-yoga) por neutralización (bhanga) de la debilidad

(niicha)”. En otras palabras, estas configuraciones son consideradas indicadoras de una

posición social prominente y de una carrera exitosa. Sin embargo debemos ser cautelosos

antes de emitir un juicio. Porque la probabilidad de encontrar alguna de estas

configuraciones en una carta natal es bastante grande, y no es de suponer que en todos los

casos prometan una posición destacada. Por tanto deberíamos de tener en cuenta lo

siguiente a la hora de juzgar los niicha-bhanga-raya-yogas:

- Siempre debemos partir de que la debilidad del planeta se hará notar de un modo más o

menos agudo, y que la neutralización o incluso el efecto “raya-yoga” se manifestará con el

tiempo.

- Cuanto más fuerte esté el planeta que efectúa el rescate, menos se harán notar las facetas

negativas del planeta debilitado.

- La neutralización y transformación positiva del planeta debilitado se hará realmente

patente si encontramos al menos dos o más de las configuraciones arriba indicadas. Solo en

este caso, y con planetas bien dispuestos, podemos esperar una posición de “realeza”.

- Por último, debemos tener en cuenta que el éxito prometido solo podrá manifestarse

plenamente en el periodo planetario (dasha) del planeta que efectua el rescate. Para ello

tendremos en cuenta el sistema védico de periodos planetarios, técnica altamente efectiva.

Como corolario de esta última regla, podemos constatar que el dasha del planeta en caída

suele poner bien de manifiesto las dificultades o debilidades de este planeta.


Dos biografías ejemplares


Rudolf Steiner


Un ejemplo notable de niicha-bhanga es la carta natal de Rudolf Steiner, el fundador de la

antroposofía (25 de Febrero de 1861 a las 22:56 en Kraljevica/Croacia; 14°34’E, 45°16’N)*.

En esta carta Mercurio es regente de la casa 9 (filosofía y religión) y se encuentra en Piscis -

su signo de caída - y en casa 6, por tanto en una posición muy débil. Teniendo en cuenta que

Rudolf Steiner fue el fundador de una de las corrientes iniciáticas más importantes del siglo

XX, y que desplegó una ingente productividad intelectual, esta posición de Mercurio resulta

a primera vista extraña.

Podemos constatar que en un principio sí se manifestó esta debilidad de Mercurio en la vida

de Rudolf Steiner. Su padre – otra acepción de la casa 9 - fue un hombre responsable y

liberal que dio sus hijos una educación decididamente no-cristiana. Llevó una vida humilde,

trabajando mucho pero ganando lo justo para dar de comer a la familia y permitir que Rudolf

Steiner pudiese ir a la escuela. Su trabajo en el ferrocarril supuso varios traslados con la

familia de un lugar a otro, de modo que Steiner tuvo que cambiar varias veces de escuela.

Más tarde, en Otoño de 1883 Steiner abandonó sus estudios en la universidad politécnica de

Viena sin hacer el examen final, más que nada por falta de sustento. No fue hasta muchos

años más tarde, en 1891, que consiguió doctorarse – con la nota “suficiente”. Tres años más

tarde desistió en el intento de conseguir el título de catedrático. En resumen, su carrera

escolar y académica transcurrió con altibajos, retrasos e interrupciones, aunque por lo

demás Steiner fuera sin duda un estudiante aplicado e inteligente.


 
 



Un motivo por el que dejó la universidad politécnica fué la oferta de producir una edición

crítica de los estudios científicos de Goethe. Terminó el primer tomo en pocos meses (1884)

y Steiner cosechó muchos elogios por este trabajo. Pero luego tardó 14 años en editar los

dos tomos restantes, para gran resignación de su editor. Este trabajo además no tuvo una

recepción tan benigna, entre otras cosas porque faltaban en parte las referencias a citas.

Pero además su comentario de la obra científica de Goethe fue tachado de ser más bien una

exposición de su propia filosofía natural (y un desafío al materialismo vigente).

También su actividad filológica en el archivo de Goethe en Weimar (la ciudad natal del

escritor) suscitó críticas negativas. Steiner – podría decirse: su Mercurio en Piscis – sufría

cada vez más bajo las exigencias de su trabajo como archivero y filólogo (Mercurio en casa

6), y bajo la estrechez de miras que percibía en su entorno social y político. Pero durante

todo este tiempo desarrolla más y más su propia filosofía, participa en numerosos círculos

literarios e intelectuales, y en 1893 publica su “filosofía de la libertad”, la primera obra en

que expone su propia epistemología, y que constituiría el germen de su posterior obra

antroposófica. Cuando por fín consigue liberarse de su condición de archivero, se

independiza como editor de una revista literaria, pero los crecientes problemas económicos

le obligan a abandonar esta empresa en 1899. Aunque Steiner ya en los años 80 y 90

desplegara una actividad filosófica y literaria (significación de Mercurio) considerable, su

éxito fue escaso, y su condición económica como mínimo precaria.

Steiner promulgaba ya en aquella época un monismo individualista. Postulaba una cognición

intuitiva que se hace manifiesta en la realidad percibida, pero que tiene un origen

suprasensorial o transcendente. Sin embargo esta filosofía individualista negaba toda

sumisión a una fé o incluso la noción de un más allá. Steiner llegó a ser un gran admirador de

Nietzsche - el profeta del superhombre y del anticristo – aunque no comulgara con su visión

dionisíaca del hombre. La actitud a veces abiertamente antirreligiosa de Steiner puede

deducirse por un lado del regente de casa 9 debilitado, y por otro de la conjunción de Ketu

(el nodo sur) con Júpiter, el significador de la religión. Ketu suele expresarse como

abandono o incluso rechazo radical de las significaciones con las que está en contacto. Por

otro lado, todo este periodo de la vida de Steiner (1984-1902) estaba regido por Rahu, el

nodo norte, y este “planeta umbrío” suele promover la emancipación de toda ortodoxia y la

ansiedad por encontrar satisfacción en “nuevas” experiencias. Esta inquietud característica

de Rahu le impulsó a abandonar su tierra natal y trasladarse a Alemania, y en cierto modo

culminó durante su actividad como editor literario en Berlin (a partir de Julio 1897). Se sabe

que Steiner a finales de siglo frecuentaba los círculos literarios que cultivaban un modo de

vida muy liberal - y muy entregado a los excesos de alcohol. Esto concuerda muy bien con la

conjunción de Rahu y Venus, siendo este último planeta el regente del subperiodo (Agosto

del 1895 - Agosto de 1898) cuando Steiner se traslada a Berlin y edita la revista literaria.

Durante los años 1898 y 1899 Rudolf Steiner sufre una profunda crisis existencial, a la que

posteriormente se referiría como “intensísima prueba espiritual” y como “bajada a los

infiernos”. Más tarde Steiner aludiría a esta crisis personal en sus disertaciones sobre los

“misterios crísticos”. Aunque se tratara de una experiencia interna, dejó huellas claras en la

vida exterior de Rudolf Steiner: se distancia paulatinamente de las ideas de Nietzsche y de

Haeckel, abandona más y más los círculos literarios, se hace abstemio, y en Enero de 1899

asume un puesto como profesor de historia en una escuela para obreros fundada por el.

partido socialista. A partir de entonces Steiner cumplirá puntualmente con sus compromisos,

y en la escuela de obreros se convierte en uno de los profesores predilectos, destacando por

su bondad, por su dedicación personal a los alumnos y por su gran capacidad para

entusiasmarlos.

El ascendente dirigido en la carta de Steiner se encontraba por aquella época en el signo de

Escorpio, en pleno término de Mercurio, regente de casas 9 y 12. En 1898 el ascendente

llegaría a la cuadratura de Saturno, activando la oposición cerrada entre Saturno y el Sol en

la carta natal. Al mismo tiempo, dentro del periodo de Rahu Steiner vivía el subperiodo del

Sol. Nuestro personaje tuvo que sufrir en aquel momento toda la tensión existencial entre

un individualismo mundano y la responsabilidad que implica la toma de conciencia – desde

la propia libertad - de una realidad espiritual transcendente, un tema central que en su carta

viene representado por el Sol en Acuario en oposición y en recepción mutua con Saturno. En

pocos años Rudolf Steiner se transformaría an el líder y fundador de uno de los movimientos

espirituales más influyentes del siglo XX. Es de notar que después del breve subperiodo del

Sol viene el subperiodo de la Luna (Julio 1899 a Enero 1901), en el cual Steiner resurge de su

crisis, siendo la Luna dispositora de Júpiter. En Agosto de 1899 Steiner publicaría un

pequeño estudio sobre “la revelación secreta de Goethe”, que muchos interpretan como

una exposición en clave de su propia tansformación. Podemos inferir que ya en este periodo

de la Luna se prepara el escenario para el próximo periodo mayor, el de Júpiter.

Hacia el final del dasha de Rahu ocurre algo singular. Con motivo de la muerte de Nietzsche

el 25 de Agosto de 1900, Rudolf Steiner pronuncia tres discursos en conmemoración del

filósofo. Una de las asistentes era miembro de un círculo teosófico, y propone invitarle a dar

una conferencia sobre Nietzsche en dicho círculo. Su exposición causó tanto impacto que le

pidieron dar más conferencias, primero sobre la revelación de Goethe, y luego toda una

serie sobre los místicos cristianos, en las que Steiner desarrolla su doctrina sobre los pasos

hacia el conocimiento de sí mismo. En todas estas exposiciones no habla de teosofía

propiamente dicha, porque prácticamente desconocía la literatura y las ideas de Madame

Blavatsky y sus seguidores. Sin embargo con sus discursos revitalizó los círculos teosóficos

alemanes, y en invierno de 1901/02 le pidieron presentarse como presidente de la sociedad

teosófica en Alemania. A pesar de su propia reticencia, poco menos que “le hicieron” socio

de la Sociedad Teosófica, dirigida por Annie Besant, en Enero de 1902, justo en el momento

de iniciar el periodo de Júpiter. Poco después era elegido presidente de la rama alemana. A

partir de ahí Steiner se involucra en la teosofía y asume plenamente su “karma”,

desplegando una intensa actividad organizativa – con ayuda de su futura mujer Marie von

Sievers - literaria y sobre todo oratoria.

Júpiter es regente del término ascendente y del término del Sol, además de ser primer

regente de la triplicidad de la Luna, la luminaria del tiempo (nacimiento nocturno). Por tanto

está en resonancia con los tres significadores principales de la personalidad. Pero sobre todo

es dispositor de Mercurio. Júpiter se halla exaltado en la casa 10, en estrecha conjunción con

el Medio Cielo. De modo que se cumple la primera de las reglas sobre la neutralización de la

caída de Mercurio: su dispositor en posición angular. Además forma un aspecto pleno sobre

Mercurio, cumpliéndose otra de las reglas, que además tienen en consideración los autores

medievales.

A partir del dasha de Júpiter, Steiner surge como una autoridad natural en cuestiones de

autorrealización espiritual, desarrollando paso a paso su propia visión del hombre y de su

iniciación, que en 1913 abocaría en la fundación de la sociedad antroposófica,

independizada ya de la sociedad teosófica. Se podrá discutir sobre la filosofía de Rudolf

Steiner y su significado, pero no cabe duda de que su productividad intelectual (que para él

era ante todo vivencial), y literaria fue extraordinaria. Por poner un ejemplo: durante el año

1908 no solo escribiría “la ciencia oculta”, una de las obras fundamentales de la

antroposofía, sino que desarrollaría seis ciclos temáticos de 12 charlas cada uno, aparte de

pronunciar otras 180 conferencias en diferentes lugares. Todo ello sobre el transfondo de

una serie de viajes que le llevarían a Holanda, Escandinavia, Italia y Hungría, aparte de varias

estaciones en ciudades de Alemania. Astrológicamente toda esta actividad está íntimamente

conectada con Mercurio y con la casa 9 (filosofía y viajes), de la cual es regente. Pero es a

través del conocimiento intuitivo y de la capacidad visionaria – Júpiter exaltado como

regente del signo de Piscis – y del liderazgo que se deriva de tal virtud – Júpiter en casa 10

junto a Ketu, significador de conocimientos ocultos – que Mercurio encuentra un canal para

desplegar su potencial.

El dispositor de Júpiter y regente de la casa 10 es la Luna, ubicada en casa 11. Esta posición

explica cómo la maduración y el desarrollo de su labor filosófica e iniciática – Júpiter y Ketu

en casa 10 – desembocan en la fundación de una sociedad (Luna regente de casa 10 en casa

11). De paso se fueron solucionando los problemas económicos de Steiner, otro aspecto de

la casa 11. La conjunción de la Luna con Saturno forma un poderoso Raya-yoga, al unirse los

regentes de las casas 10, 4 y 5. Se trata de una “combinación regia” que promete éxito y una

posición dirigente.


Friedrich Nietzsche


Otro caso muy interesante es el horóscopo del filósofo Friedrich Nietzsche (15 de Octubre de

1844 a las 10:11 en Röcken; 12°08’E, 51°15’N). Encontramos aquí a tres planetas en

dignidad: Mercurio en plena exaltación, Saturno en domicilio y Júpiter también domiciliado.

Son los planetas que rigen la triplicidad de Aire, el dominio del pensamiento y del juicio

intelectual, y al mismo tiempo son regentes de la triplicidad del Sol situado en Libra.

Mercurio y Júpiter se encuentran en casas productivas y cercanos al eje MC-BC. Mercurio

además se encuentra en conjunción con la parte del espíritu, de la cual es regente.

Por otro lado vemos a ambas luminarias en caída. El Sol se ve debilitado además por el

aspecto pleno de Saturno y por su posición en casa 12, mientras la Luna en casa primera se

convierte en uno de los planetas dominantes de la carta. Venus también se halla en una

casa angular, y Marte, el segundo regente de la triplicidad de agua, se encuentra a su vez en

una posición sobresaliente, cerca del Medio Cielo. En definitiva, parece haber dominado en

Nietzsche el plano del pensamiento, pero en estrecha correspondencia con el plano astral

relacionado con el elemento Agua. Nietzsche al fin y al cabo era filólogo, y la poesía y la

música jugaron un papel muy importante en su vida y en su obra. El mismo escribió poemas

e hizo algunas pequeñas composiciones musicales.

La posición afligida de las luminarias, ante todo la del Sol, explican las graves enfermedades

que padeció Nietzsche. La Luna en conjunción con Rahu trajo consigo además una

afectividad emocional y una obsesividad que en última instancia degeneraron en

megalomanía, antes implosionar y pasar los últimos once años de su vida en un estado de

demencia total.

 


Mercurio en exaltación y en estrecha conjunción con Marte, el regente del ascendente, sin

duda explican la mente aguda y su acerba crítica de la cultura vigente. Al contrario que

Steiner, este Mercurio contribuyó a una carrera escolar y académica meteórica, que

desembocó en una cátedra extraordinaria a la tierna edad de 24 años. Pero no podemos

entender la genialidad del filósofo sin tener en cuenta a su Luna, regente de la casa 9. Esta

tormentosa Luna en Escorpio en conjunción con Rahu y con la estrella Antares es la que

motivó su desazón con la cultura y su desmantelamiento de la moral cristiana. La filosofía de

Nietzsche no es un edificio sistematizado, se nutre de pasiones, heridas emocionales y

grandes nostalgias, de una ansiedad indomable por tirar abajo la fachada de la burguesía

vigente, y revelar al hombre su poder genuino – un poder que en última instancia se

demuestra en que puede soportar el mayor sufrimiento. Pero Nietzsche invocaba una

grandeza que no formaba parte de su propia naturaleza. Psicológicamente podríamos

interpretar que su invocación del superhombre fue una compensación de su Sol tan

debilitado. En palabras de Rudolf Steiner: “Nietzsche supo presentarle a la humanidad al

superhombre como ideal, supo hablar de él en los tonos más entusiastas, pero sentía el

fuerte contraste cuando se comparaba él mismo con ese ideal. El sueño del superhombre es

su filosofía; su verdadera vida anímica, con el profundo descontento ante la inpropiedad de

su existencia frente a toda superhumanidad, produjeron los estados de ánimo de los cuales

emanaron sus creaciones líricas.”

Y sin embargo encontramos en esta carta natal un rescate, que al menos se manifestó

temporalmente: Venus, dispositor del Sol, se halla en la casa 10 (angular) en recepción

mutua con el, y es al mimso tiempo regente de Tauro, el signo de exaltación de la Luna. Por

tanto, Venus forma un niicha-bangha tanto para el Sol como para la Luna. El planeta del

amor, la poesía y la música podría darle a la tragedia personal un sentido y una forma, y

sacar a la luz el genio del filósofo – aunque su fama fuera póstuma. Sin embargo Venus se

halla peregrina y ella misma afligida. Tal vez por ello no tuvo la fuerza para transmutar el

sufrimiento y la tragedia personal de Nietzsche a un final feliz. Aunque la recepción mutua

con el Sol supone cierto fortalecimiento del Sol, la conexión del regente de la casa 10 con la

casa 12 representa el retiro de la vida profesional y el creciente aislamiento y enajenamiento

que experimentó Nietzsche frente a sus colegas.

Sea como fuere, el llamamiento de Nietzsche a catedrático extraordinario de la universidad

de Basilea ocurrió en el dasha y bhukti de Venus, es decir en la fase inicial de este periodo

planetario, y la producción de gran parte de su obra, hasta su culminación en “Así hablaba

Zaratustra”, se operó en los 20 años de este periodo de Venus. Aunque él mismo no pudiera

degustar la fama, es durante la fase de este planeta clave que crearía una obra que le haría

inmortal para la posteridad.

Después vino el dasha del Sol, y dos meses después de comenzar la subfase de Saturno – el

planeta que aflige al Sol – sufrió el 3 de Enero de 1889 en Torino el colapso psíquico del cual

no volvería a recuperarse hasta su muerte. Su Sol progresado acababa de abandonar la

conjunción con Rahu y se encontraba a medio camino entre el nodo y la Luna. La segunda

parte del dasha del Sol, y casi todo el dasha de la Luna, es decir los periodos de ambas

luminarias debilitadas, transcurrieron en la más profunda obscuridad mental. La carta natal

de Nietzsche es un ejemplo muy notorio de cómo el planeta que rescata de la caída puede

durante su fase planetaria neutralizar o transmutar positivamente la debilidad del planeta

afligido, mientras el dasha del planeta caído hace manifiesta precisamente tal debilidad.

Antes mencioné la aflicción de Venus, y tal vez os preguntéis donde percibo tal aflicción.

Venus se encuentra justamente en el punto medio entre los nodos Rahu y Ketu, y tal

posición siempre demuestra ser una gran tensión en la que se encuentra el planeta, una

tensión entre ansia y redención, la cual puede manifestarese en experiencias de extremo

desgarramiento. Venus no solo es el planeta del amor y de la sexualidad, sino en esta carta

también el regente de la casa 7, en la cual a su vez se encuentra Ketu. Nietzsche tenía sin

duda un gran anhelo de amor, pero asímismo grandes ideales a la par que un inconsciente

desprecio por las mujeres. Y cuando en Lou Slome encontró a una mujer intelectualmente a

su altura, fracasó en el intento de realizar este amor. Así, permaneció soltero toda su vida, y

hasta hoy se discute si tuvo alguna vez la satisfacción de intimar erótica y sexualmente con

una mujer.


* Las cartas están calculadas con el zodiaco sidéreo (ayanamsha galáctico). A la izquierda la

carta al modo occidental, en el centro al modo del Norte de la India. A la derecha están

listados los dashas (periodos planetarios) y bhuktis (subperiodos) según la astrología védica.

En la primera columna se lee la fecha en que comienza el periodo, en la segunda columna la

edad del nativo, en la tercera columna el dasha y en la cuarta el bhukti.

 32 Congreso Ibérico de Astrología – La caída de los planetas y su rescate – Rafael Gil Brand