lunes, 18 de enero de 2016

El Congreso de Futurología. De Stanislaw Lem.







Esta breve novela se encuadra dentro de los viajes de Ijon Tichy, ciclo que Lem había iniciado con los relatos contenidos en Diarios de las estrellas (publicados actualmente en España en dos volúmenes la colección Punto de Lectura). Estos relatos narran los viajes del viajero estelar Tichy en una galaxia colmada de prodigios, herederos de la sátira de Los viajes de Gulliver de Swift, permiten a Lem tanto abordar con libertad cuestiones filosóficas como desplegar su pródiga imaginación y un delicioso humor del absurdo que parodia muchas veces situaciones terrestres. Además de estos relatos, Lem volvía a traernos a Tichy en tres novelas y unos pocos relatos posteriores (Memorias de un viajero estelar, incluídas en los volúmenes mencionados de Punto de Lectura), donde mantiene las características ya comentadas (inquietudes filosóficas, imaginación desbordante y humor del absurdo).

Congreso de futurología es la primera de estas novelas. Ijon Tichy es invitado a un congreso futurológico que tendrá lugar en un monstruoso hotel, donde reputados expertos debatirán y buscarán soluciones al futuro de la humanidad: desde la catástrofe urbanística hasta la catástrofe política, pasando por todas las demás en un mundo hiperpoblado y desquiciado. Tras una serie de peripecias en el hotel, la situación exterior empeora rápidamente, y el gobierno de Costarricania (pues en tal país se celebra el congreso) decide suministrar dosis de benefactorina, altruismol o felicitol a toda la población para abortar la inminente revuelta. Estas sustancias químicas inciden en la mente de quien las respira, apremiándole a hacer el bien y a arrepentirse y buscar el perdón. Tichy consigue seguir siendo de los últimos canallas gracias a máscaras de oxígeno, lo que no le libra de sufrir divertidísimas alucinaciones.

Y aquí da un giro radical el libro, cuando Tichy es despertado en un futuro dominado por la psiquímica, la ciencia que manipula la mente mediante las sustancias químicas. Así, con la dantina uno puede convencerse de haber escrito la Divina Comedia, mientras que con la credibilina se convierte en furibundo adorador de lo primero que tenga a mano, y en resumen uno puede sentir cualquier situación imaginable con la sustancia adecuada. Según se va enterando Tichy mientras supera el shock del futuro (futuro con cambios lingüísticos: nuevas expresiones o conceptos nuevos para viejas palabras), el mundo parece ir de maravilla y todo puede ser resuelto con el fármaco apropiado, planteando las consecuencias del progresivo aislamiento frente a la realidad que provoca la búsqueda del bienestar por encima de ninguna otra consideración, así como la imposibilidad de conocer realmente nada en un mundo en el que las percepciones -y hasta los sentimientos- sobre cualquier cosa pueden ser manipuladas sin límites.

Una de las caracterísiticas más admirables de Lem es su capacidad para producir diversos estilos narrativos muy distintos (compárase Ciberiada con Solaris, La investigación con sus prólogos o críticas de libros inventados, etc.). Los relatos de Tichy se caracterizan por un estilo en primera persona irónico, poco descriptivo, rápido, que lanza un torrente abrumador de ideas, saltando de tema en tema sin un hilo conductor fijo, con especulaciones de todo tipo (muchas veces camufladas en el estudio y resumen de la literatura de un nuevo entorno por parte de Ijon), sin pretender dotar a toda la narración de realismo (¿Cómo viaja a las estrellas? ¿Qué hay del efecto relativista, que a veces tiene en cuenta y a veces no?, etc.) ni detenerse en detalles sin importancia, todo impregnado con el lúcido humor del nonsense ya comentado. Una de las cosas más fascinantes de este libro es que consiga mantener con éxito ese estilo en una novela, aunque sea corta, y dotarla de gran amenidad.



En este enlace lo podeis descargar :

 http://laprensadelazonaoeste.com/LIBROS/Letra.L/L/Lem,%20Stanislaw%20-%20El%20Congreso%20de%20Futurologia.pdf




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